Pertenece a una familia hispano-romana de Cartagena del s. VI, de madre visigoda y de padre hispanorromano. Con la ocupación bizantina, esta familia se estableció en Sevilla. Murió su padre y asumió él la responsabilidad como hombre de la casa y tutor de sus tres hermanos, entre ellos Isidoro, ese mismo santo padre de las “Etimologías”.

Cuando terminó esta tarea del cuidado de sus hermanos, Leandro empezó la vida monástica, dedicándose a defender la fe cristiana contra la herejía arriana. Durante aquel combate, contribuyó a la conversión de San Hermenegildo y de su hermano Recaredo, cuya historia es conocida.

Ya como Arzobispo de Sevilla, presidió el III Concilio de Toledo del año 589. Fue una pieza clave del desarrollo de la fe en la iglesia hispano-visigótica que conocemos. Sus reliquias se conservan, junto a las de su hermano San Isidoro de Sevilla, en la catedral sevillana. Sus hermanos Fulgencio y Florentina también fueron declarados santos.