Fecha de publicación: 24 de diciembre de 2020

Fue un predicador de Spoleto, una localidad de la región de Umbría. Sabemos que era un hombre entregado a la oración y a las necesidades del prójimo, especialmente a los pobres, a los que se dedica a socorrer.

Predicaba a Dios así en obra y palabras, dando la cara incluso frente a sus enemigos. Así fue cuando llegó Flaco, el enviado del Imperio romano para obligar a los habitantes a prestar adoración a los dioses de Roma. En él había un atractivo, el atractivo de Jesucristo, tanto que en su predicación algunos simpatizantes del Imperio se fueron convirtiendo con su testimonio, en aquellos momentos de persecución.

Proclamado un “rebelde ante los dioses” romanos, San Gregorio acabó dando testimonio del amor de Cristo hasta el final, muriendo martirizado en el año 303.