San Farón era hermano de san Chainoaldo de Laon y de santa Burgundófora, la primera abadesa de Faremoutier. Fue cortesano de Clotario II y canciller del reino bajo Dagoberto I. Además de servir al rey fielmente, Faro aprovechó su puesto eminente para promulgar leyes más justas, impulsar la caridad con los pobres y necesitados. Sobre los 25 años se casó con una noble franca, llamada Bildechildis, con la cual continuó su vida piadosa y caritativa. En una visita que ambos hicieron a Santa Fara en su monasterio, vieron las delicias de servir a Cristo radicalmente y acordaron separarse como esposos y tomar cada uno el hábito monástico por separado. Así que Faro se fue a Luxeuil, donde ya no estaba su hermano Candoald, que ya había sido consagrado obispo de Laon.

Llevaba una vida muy santa y edificante. Estando sin hijos unido a su mujer, a los treinta y cinco años se determinó a abrazar la vida religiosa, si su esposa, Blidechilda, se lo permitía. Ella no sólo consintió, sino que se retiró a un sitio en una de sus posesiones, exhortado a su marido a perseverar en su vocación, pues éste había querido, en un momento dado, volver a reunirse con su mujer.

Faro fue ordenado presbítero y luego de unos años fue consagrado obispo de su propio territorio, Meaux, entre 626 y 637. Dagoberto I le nombró canciller suyo y San Farón usó toda su influencia para proteger a los inocentes, a los huérfanos y a las viudas y para socorrer a todos los necesitados. Poco después de la consagración episcopal de san Farón, san Fiacro llegó a Meaux, y el santo obispo le regaló algunas de sus tierras para que fundase una ermita en Breuil. El santo prelado trabajó con celo y vigilancia infatigables y luchó por convertir a los que practicaban aún la idolatría.

San Farón fundó en los suburbios de Meaux el monasterio de la Santa Cruz, que más tarde tomó su nombre, y lo confió a los monjes de San Columbano de Luxeuil. Murió sobre el año 672, muy anciano.