Fecha de publicación: 29 de octubre de 2021

Nació el 19 de octubre de 1791 en Secondigliano, antigua aldea al Norte de la ciudad de Nápoles (Italia). Es el tercer hijo de Pascual y María Marseglia. Don Pascual, padre de Cayetano Errico, dirige una humilde fábrica artesanal para la producción de pastas y la madre, teje felpa. De allí viene el amor Cayetano por el trabajo, ayudándoles en los distintos oficios en la pequeña fábrica.

Su búsqueda religiosa inicia a los catorce años, pidiendo ingresar con los Capuchinos y después con los Redentoristas. Pero es muy joven y lo rechazan por su edad. Cumplidos los dieciséis años pide ser admitido en el seminario arzobispal de Nápoles. Accede pero como alumno externo, ya que su familia no tenía los medios económicos para sostener la formación.

Cayetano con esfuerzo y sacrificio camina todos los días para ir a las clases, soportando las inclemencias del clima, pero que quedaban pequeñas ente el deseo de formarse para ser un santo sacerdote. Los que lo veían pasar decían: “¡ahí va San Cayetano!” En enero de 1808 viste el hábito talar. En el tiempo de su formación, frecuenta la escuela con gran provecho, participa a la Misa todas las mañanas, recibe la Comunión, ayuda en la casa, visita todos los jueves a los pacientes del hospital de “Incurables” de Nápoles llevándoles algún regalo fruto de sus ahorros semanales. El domingo recorría las calles con el crucifijo recogiendo a los niños para el catecismo.

Ordenado sacerdote el 23 de septiembre de 1815, inmediatamente se le asigna la tarea de maestro comunal, que ejerce por casi veinte años con diligencia, atención y celo, preocupándose por enseñar, junto con la cultura, sobre todo los principios cristianos. Se dedica con amor al servicio pastoral en la iglesia parroquial de los Santos Cosme y Damián.

Tiene una vida de intensa oración y de rigurosa penitencia. Una vez ordenado, asume el compromiso de realizar los ejercicios espirituales cada año en Pagani (Salerno), en la casa de los padres Redentoristas. En el año 1818, mientras reza en el coro, acontece un hecho destinado a marcar y cambiar el curso de su vida: se le aparece San Alfonso para comunicarle que Dios lo quiere fundador de una Congregación religiosa, dándole como “señal” la construcción de una Iglesia en honor de la Virgen Dolorosa en Secondigliano.

El anuncio de que es Dios quien quiere la construcción de una Iglesia en honor de la Dolorosa, es acogido con entusiasmo en Secondigliano por la mayor parte del pueblo. No faltan los que se ponen en contra, que son pocos, pero muy aguerridos y combativos, juran que impedirán la construcción de la Iglesia. Cuando el proyecto parece definitivamente destinado a fracasar, don Cayetano continúa creyendo en él y asegura a la gente: “La Iglesia se hará, porque es Dios quien la quiere”.
Delante del Santísimo Sacramento en el mismo coro de Pagani, el Señor le manifiesta al Padre Cayetano, que la nueva Congregación “debe ser fundada en honor de los Sagrados Corazones de Jesús y de María”. Desde entonces los Sagrados Corazones se transforman en el centro de la acción apostólica y misionera de nuestro Fundador, y él, en el apóstol de su amor misericordioso en todo el Sur de Italia. El amor de los Sagrados Corazones lo impulsa a buscar al hermano pecador para llevarlo al Padre, incluso a costo de la vida, y a entregarse sin descanso ni medida, particularmente a los hermanos de los grupos más desprotegidos: enfermos, obreros, artesanos, campesinos, analfabetos, muchachas sin dote y extraviadas, encarcelados.

El 29 de octubre de 1860 a las diez de la mañana, a los 69 años de edad, muere diciendo a sus congregados: “Ámense mutuamente y sean observantísimos de las Reglas”. Para todos sus paisanos secondiglenses y para todos sus devotos, Cayetano Errico, llamado y conocido como “O Superiore”, “El Superior”.