Nació en 1808 en la ciudad de Cheongsan, dentro de la provincia coreana de Chungcheong-do, dentro de lo que hoy es Corea del Sur.

Sabemos que dejó su fortuna y su tierra para colaborar más en la evangelización de la fe cristiana en su época. Además de preparar sus catequesis, Andrés se ocupaba con minuciosidad de preparar un escondite adecuado para el obispo francés, San Lorenzo Imbert, que era el tercer vicario apostólico de Corea y sufría persecución.

La bondad de Hwagyong tuvo, sin embargo, una falla. Algunos funcionarios le hicieron llegar cartas de que había pasado la persecución anticristiana y que solo querían, aparentemente, que el obispo pudiese llevar a cabo un Bautismo. Fue un ardid que no supieron ver y que al final acabó con la decapitación del obispo.

Hwagyong fue apresado y liberado en dos ocasiones, por ser demasiado simple con respecto a los interrogatorios políticos a los que se le sometía. Finalmente, en 1839, fue encarcelado y torturado durante cinco meses. Dio testimonio de fe y de una fortaleza inquebrantable, rehusando en todo momento declarar la apostasía.

Con su cuerpo quebrado tras estos meses de agonía, acabaron estrangulándolo en Seúl un 23 de enero de 1840.