Fecha de publicación: 30 de marzo de 2018

Queridísima Iglesia del Señor, Esposa amada de Jesucristo, Pueblo santo de Dios; 
muy queridos sacerdotes concelebrantes;
queridos hermanos y amigos todos:

Si cada Eucaristía es la fiesta de la Iglesia, de alguna manera las celebraciones del Jueves Santo lo son de una manera especial. Es la fiesta de la Iglesia y es la fiesta, en esta Eucaristía de la Misa Crismal, de una manera particular, donde toda la Iglesia da gracias a Dios por el don del sacerdocio; del sacerdocio de Cristo, cumplido en la cruz y que permanece en la historia a través nuestro.

(…)

Poder decir ese “Tomad comed, este es mi Cuerpo; tomad, bebed…” con verdad, con la verdad que somos capaces nosotros pobres criaturas humanas, con la sencillez y la sinceridad de la que somos capaces nosotros pobres criaturas humanas, ese es el horizonte de una vocación preciosa que nunca seremos capaces de agradecer a Dios lo suficiente, de comprender lo suficiente y de vivir en plenitud para bien vuestro, para bien de la Iglesia, y del mundo, que ha sido creado para constituir un día un solo rebaño bajo un solo pastor. Bajo un solo Pastor, que entrega su Vida por la vida de sus ovejas; que entrega su vida sin límites, para que nosotros podamos vivir contentos. “Yo he venido para que mi alegría –dice Jesús- esté en vosotros y para que vuestra alegría llegue a plenitud”. (…)

Continúa la homilía pinchando en este enlace.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

29 de marzo de 2018
S.I Catedral, Misa Crismal, Jueves Santo

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