En el Semanario Alfa y Omega, publicado el jueves 28 de febrero, nuestro Arzobispo aportaba algunas claves del magisterio de Benedicto XVI en el siguiente artículo.

 

Retorno al centro es el título en francés de un pequeño e importante libro de H.U. von Balthasar de 1969. Y acaso vale también como descripción del leitmotiv del magisterio de Benedicto XVI. El centro no es simplemente un punto en la circunferencia o en la esfera. El centro unifica y da consistencia a todo desde centro, lo integra y lo sitúa en su lugar propio. El centro rescata a la experiencia cristiana de su fragmentación, que hace que siempre importen más los árboles que el bosque, y siempre con el mismo resultado: la desaparición de la novedad cristiana en todos los ámbitos de la vida, y la disolución del cristianismo en la cultura dominante. (El fenómeno tiene mil formas, de derechas, de izquierdas, y de centro). Corolario inevitable: el testimonio cristiano se sustituye por estrategias, por la propaganda y el marketing.

La cuestión central es la fe. Tampoco la fe es sólo un capítulo del tratado sobre las virtudes teologales. La fe da nombre al conjunto de la experiencia cristiana, y a la unidad indivisible de esa experiencia. Es el abecedario del cristianismo, su gramática más elemental y profunda. Desde el Informe sobre la fe de 1985, eso estaba claro. Todo, desde la teología de la liberación hasta las Conferencias Episcopales, se miraba desde el centro. Y esa misma preocupación por el centro de la fe guió la elaboración del Catecismo de la Iglesia católica y ha guiado todo en el ministerio y el magisterio de Benedicto XVI: sus discursos, sus viajes, sus gestos, sus encíclicas. Deus caritas est. No hay, en todo el Nuevo Testamento, una frase que formule con más exactitud y brevedad la experiencia que define el cristianismo.

El centro de la fe cristiana es Jesucristo. Seguir leyendo…