Fecha de publicación: 3 de abril de 2015

A lo largo de todos los días de esta Semana Santa siempre hacíamos este momento de oración con las imágenes de Cristo y te habíamos dejado a Ti, Madre. Y hoy, que tu Hijo ha muerto; hoy, que Tú has experimentado el mayor dolor que una mujer puede experimentar en el mundo: ver morir a su hijo, y no sólo morir, sino ajusticiado, denigrado, maltratado, condenado a muerte, Tú que conocías su inocencia.

Te pedimos, Madre, por todos los sufrimientos y todas las preocupaciones de las madres por sus hijos. Te pedimos que también, Tú que eres imagen de la Iglesia, nos enseñes a vivir la Pasión como Tú la viviste, con la certeza del triunfo de la Resurrección y, al mismo tiempo, acompañados siempre por Ti. Tu Hijo Te declaró Madre nuestra en la Cruz: “Ahí tienes a tu madre”, aquí tenemos a nuestra Madre.

Dios te Salve,
Reina y Madre de Misericordia
Vida, Dulzura y Esperanza nuestra,
Dios te Salve.
A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva
A Ti suspiramos gimiendo y llorando
En este valle de lágrimas
Ea, pues, Señora, Abogada nuestra,
Vuelve a nosotros
Esos tus ojos, misericordiosos
Y después de este destierro,
Muéstranos a Jesús,
Fruto bendito de tu vientre,
Oh, clementísima,
Oh, piadosa,
Oh, dulce siempre Virgen María,
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
Para que seamos dignos de alcanzar
Las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

3 de abril de 2015
Plaza de las Pasiegas