Fecha de publicación: 21 de enero de 2020

¿De dónde nace el proyecto de hacer un libro dedicado a D. Antonio Cabrera?

Cuando Antonio fallece el 9 de octubre de 2018 la idea era que queríamos seguir recordándolo. Un grupo de amigos y conocidos decidimos que la mejor manera de recordarlo era unir todo su patrimonio humano, espiritual… y con ese pretexto decidimos hacer un libro.

¿Usted ya conocía a D. Antonio?

Sí, yo conocí a Antonio en un viaje que hicimos un Año Jacobeo en 1993. Ahí le conocimos a él y a su hermana Magdalena. Desde entonces fue creciendo esa amistad.

¿Se quedó sorprendido por la cantidad de gente que fue a la presentación del libro?

Pues sí, la verdad, además de con el día tan mal que hacía; fue un éxito, la verdad. Yo sí esperaba de todas formas a toda esa gente, porque Antonio era especial para todos sus amigos.

¿Qué ha sido lo que más le ha impactado a la hora de conocer más en profundidad a D. Antonio Cabrera habiendo profundizado en él a través de sus escritos?

El libro es una miscelánea de todo su patrimonio humano y espiritual. Encontramos comentarios de diversos autores, incluso escritos que guardaba como marcapáginas en los libros. Un material riquísimo: homilías, pensamientos y sobre todo comentarios. Se trata de comentarios que hace a los Padres de la Iglesia como Santa Teresa, San Juan de la Cruz –era un amante de los místicos abulenses–, también de San Agustín. De todo ese material para mí lo más importante son estas poesías que recogemos en el libro. Ya de por sí era inmenso el material pero aun así ese capítulo es ya de por sí un libro.

Otro material que no se conoce de Antonio es el arte, el dibujo y la pintura. Era un amante sobre todo de Fray Angélico, el Greco e incluso de los impresionistas como Monet, Cezánne, Van Gogh… Era muy entendido en el arte y en la pintura.

Al parecer, el hacer la recopilación de textos de D. Antonio Cabrera no ha sido tarea fácil…

Sí, por supuesto, además esto no habría sido realizable sin el cuidado y la inestimable colaboración de Juan Pablo de la Cruz y Alejandro Romero. Entre los tres hemos ido desgranando día tras día toda la historia del libro.

La hondura de las poesías es patente, sobre todo porque él era un amante de la poesía. Él decía que estaba influenciado por su padre, que era un aficionado y conocedor de José María Gabriel y Galán, de Lorca, y a él le gustaba mucho recitar de memoria. Incluso decía que para él la poesía era una modalidad de oración. Como poeta y místico que era, para mí Antonio es un heredero de esos poetas místicos abulenses, de Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

Se ha hecho una selección muy exhaustiva, porque había muchísima poesía. Eso es lo que más me ha llamado la atención, la poesía y el dibujo en él.

¿Qué es lo que más le ha sorprendido al conocer más de cerca su biografía?

Lo que más me sorprende es que ya de muy jovencillo decidió irse a los monasterios de San Pedro de Cardeña y de Cobreces. Él por un tema de salud tuvo que dejar el monasterio y posteriormente formó parte del Ayuntamiento de Granada como funcionario, para años después entrar ya en su época de sacerdocio.

Yo destaco de él su humanidad, su espiritualidad, su intelectualidad y su misticismo. Todo esto es fundamental en Antonio.

¿Qué es lo que lleva a Cabrera a entrar en el seminario ya con 60 años?

Sí que llama la atención, desde luego, pero él perseguía eso, el ser sacerdote y al final lo consiguió. En el libro, dentro del epistolario, hay algunas cartas que se intercambia con el abad de San Pedro de Cardeña en las que pide entrar en el monasterio y habla de su deseo de ser sacerdote. Hay una carta que le dirige también al Arzobispo de Granada que le dirige en ese sentido.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada