Fecha de publicación: 17 de marzo de 2017


Siervo de Dios D. Segundo Arce Manjón

Fue bautizado el mismo día de su nacimiento en la Iglesia Parroquial de san Mamés de su aldea burgalesa natal. Sobrino del célebre padre Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María, la influencia de su tía resultó esencial en su vida.

Estudió primeramente en Quintanilla Escalada, hasta que su tío lo trajo al Colegio Seminario del Sacro – Monte en la ciudad de Granada. Allí fue discípulo de los beatos don Diego Ventaja Milán y don Manuel Medina Olmos, compartiendo cuidados con el siervo de Dios don Juan Garrido. Ordenado presbítero el veintiocho de mayo de 1904, celebró su primera Misa en la capilla del Colegio del Ave María de Granada el diez de junio. Profesor del Colegio Seminario de Maestros de Granada desde 1905, dos años después se licenció en Teología y fue nombrado capellán del Sacro – Monte. En 1908 su tío le confío la dirección del Colegio – Seminario de Maestros.

A inicios del mes de julio de 1936 coincidió con su buen amigo el beato Obispo de Guadix en la ciudad de Granada, con motivo de la apertura del proceso de beatificación de su tío. Al regresar el beato don Manuel Medina a Guadix el siervo de Dios no quiso abandonarlo, ante el cariz que tomaban los acontecimientos. En la ciudad accitana les sorprendió la Persecución Religiosa, confesándose mutuamente el veinticinco de julio. Detenidos salvajemente dos días después, fueron brutalmente trasportados a Almería y sufrieron prisión con el beato Diego Ventaja Milán.

A sus cincuenta y seis años, separado de los Obispos, padeció el martirio en el pozo de la Lagarta.

Siervo de Dios D. Juan Garrido Requena

Tras su nacimiento en Alcóntar, recibió el Santo Bautismo dos días después en la Iglesia Parroquial de santa María de Serón. Estudió en el Seminario de Guadix, diócesis a la que entonces pertenecía su tierra natal, y fue ordenado presbítero el diecinueve de septiembre de 1896. Fue nombrado coadjutor de Caniles el uno de febrero de 1897.

El beato don Manuel Medina Olmos lo recomendó al célebre pedagogo don Andrés Manjón para que fuera capellán del primer colegio del Ave María en Granada. Llegado el treinta de julio de 1900, a las escuelas del Ave María dedicaría los casi cuarenta años restantes de su ministerio. Un entrañable cariño y mutuo afecto estableció con el padre Manjón, así como con los beatos Manuel Medina Olmos y Diego Ventaja Milán.

Un alumno suyo recordaba que: «Era el que llevaba prácticamente el Colegio del Ave María del Sacromonte en Granada, aunque el padre Manjón era el director. Era una persona excelente, un llamado de Dios; daba buen ejemplo en el colegio; tenía un carácter abierto y alegre; era muy activo. Era un hombre piadoso, hacía apostolado entre los maestros y los alumnos, gozaba de fama de buena persona y era querido y estimado por niños y maestros.»

El dieciséis de julio de 1936 llegó a Almería, invitado por su buen amigo el beato don Diego Ventaja. Al sorprenderles la Persecución Religiosa, acompañó hasta el mismo martirio a sus íntimos amigos los beatos Obispos de Almería y Guadix. Tenía sesenta y dos años de edad, gastados casi todos en la educación cristiana de la infancia.

Siervo de Dios D. Juan Segura Rubira

Cinco días después de su nacimiento fue bautizado por su tío, el presbítero don Manuel Rubira Martínez, en la Iglesia Parroquial de san Ginés de la Jara de su ciudad natal. Du su buen padre, el maestro don Luis, aprendió el amor para educar a los más pequeños. Siguiendo los pasos de su progenitor estudió Magisterio, obteniendo con sobresaliente la carrera en 1899.

En 1921, con treinta y nueve años, dejó su trabajo de maestro y respondió a la vocación sacerdotal. El Obispo fray Bernardo Martínez Noval lo ordenó presbítero en la Parroquia del Sagrario de la Catedral de Almería el diez de junio de 1922.

Tan sólo un año después fue nombrado Director de las Escuelas del Ave María de la Dehesa de la Villa en Madrid. Monseñor Gutiérrez Caridad, que fue alumno suyo, refería que: « Con aquella misma autoridad con la que hablaba Jesús a las buenas gentes, don Juan nos hablaba. Ya fuese su predicación homilética en la capilla; ya fuese en los avisos generales, o bien se tratase de su labor escolar de cada día en la clase con los alumnos mayores, a la que yo, muchísimas veces, asistía como oyente. »

La furia de la Persecución Religiosa hizo que los milicianos prendiesen fuego a las escuelas, obligándole a huir. En Alcázar del Rey, municipio conquense, encontró refugio en el hogar de la maestra doña Emilia Fernández. Herreros. Para no poner en peligro a sus anfitriones, junto al Cura Ecónomo del pueblo, marchó al campo el veinticinco de agosto de 1936.

A las pocas horas fue descubierto por los milicianos y martirizado a sus cincuenta y cuatro años de edad. Antes de morir, había entregado a doña Emilia todos los bienes que le quedaban aún en propiedad para que fundara una beca en el Seminario de san Indalecio de la ciudad de Almería.