Granada ahora quiere volverse tan madre como su Madre. Esa es la conclusión a la que llegaba este viernes el párroco de la Basílica de las Angustias, D. Blas Gordo, en su mensaje de despedida de la Novena. Así lo afirmaba frente al Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, invitado a predicar durante estos nueve días en un año sin parangón a todos los anteriores.

A los pies del manto de la Virgen, el pueblo granadino ha podido escuchar por boca de su Arzobispo una serie de predicaciones, siempre en torno a la Madre de Dios, llamadas a animar a los fieles a vivir la plenitud de la vida que regala la fe cristiana.

Sea desde pantallas o pisando el mismo suelo de la Basílica, los asistentes pudieron escuchar las últimas palabras del Arzobispo, que habló sobre la sentido del tiempo y sobre la importancia de la conjugación entre la fe y la política.

“Tenemos que pedir, primero, que el Señor nos descubra que la política no es la vocación de unos pocos, sino que todos construimos la ciudad”, afirmó. Hijos del Cielo, el cristiano está llamado a que su conciencia de ser hijo de Dios afecte a todos los ámbitos de su vida, pues “nuestra condición de hijos de Dios, no nos la dan los poderes humanos”.

La conciencia de ser hijos, la misma conciencia que acercó a cada granadino a la Virgen durante estos nueve días, es la misma que debe servir como construcción de una contribución a la ciudad común “que no consiste solo en poner una papeletita cada cuatro años”, concluyó. Terminaba el Arzobispo pidiéndole a la Patrona de Granada, a saber que la clave está en el modo de entender las relaciones humanas, “y enséñanos a saber exigir a nuestros dirigentes un sentido de servicio, que no significa entrar en las batalla…”.

Allí quedan, a los pies de la Virgen, el recorrido de estos nueve días de oración y las intenciones de todo un pueblo que se alegra, sufre y pide como el amparo de la Madre de Granada entera.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada