Fecha de publicación: 25 de diciembre de 2020

Parece que esta advocación se remonta al s. IV, cuando el obispo de Córdoba, Osio, trajo del Concilio de Nicea una imagen mariana que recordaba especialmente esta Natividad de Jesús en Belén.

Ya en el XlV, también en la ciudad cordobesa se encontró una pintura dedicada a Nuestra Señora de Belén que acabaría siendo proclamada patrona de las Ermitas de Córdoba.

Esta Virgen es una de esas “Vírgenes de la ternura” que aparecen en el periodo gótico bajo influjo de la orden franciscana. El matiz de esta iconografía es que la Madre de Dios no es ya el “trono” del Niño Jesús, sino una Madre Amable, es decir, se la presenta como una madre acariciando al niño, llevándolo en brazos o envolviéndolo en pañales.