Fecha de publicación: 22 de octubre de 2020

Usted ha publicado 6 libros sobre mártires, santos y beatos granadinos. ¿Por qué es tan importante esta labor de promulgación de sus causas de beatificación?

San Juan Pablo II escribió una carta apostólica, “Novo Ineunte Millennio” en la que dice que “las iglesias locales hagan todo lo posible por no perder el recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la documentación necesaria”. En España murieron unos 5000 sacerdotes seculares, cerca de 2000 religiosos y religiosas, 11 obispos y un administrador apostólico, además de los seglares, durante los años de persecución religiosa en España.

Tampoco las iglesias locales se habían preocupado por sus santos. Antes de esta carta apostólica, por ejemplo, realmente el único sacerdote secular canonizado en España era San Juan de Ávila, y lo fue 300 años después que San Ignacio, San Juan de Dios o San Francisco de Borja.

¿De qué mártires trata este último libro?

Este libro sale ahora de cara a las próximas beatificaciones. Estos 65 mártires incluyen al grupo de D. Cayetano Giménez Martín y otros 15 compañeros mártires, pero también trata de 19 ya beatificados en Aguadulce. También se habla de varios mártires laicos, como los de Turón, o religiosas de pueblos como Alhama o Adra, además de otros sacerdotes que tuvieron relación con el Seminario San Cecilio, que por entonces estaba en la plaza Virgen de Gracia.

Al principio de cada capítulo, pongo la relación que tuvieron esos mártires con el seminario y con la iglesia Virgen de Gracia.

¿De dónde ha sacado la información?

Tomé los documentos del Capellán Real de la Capilla Real, D. José Vico Ortega, que lo había recibido a su vez de la curia eclesiástica, y que se siguen conservado en Capilla Real. Además de ello, me he basado en el libro sobre la “positio” utilizada para la beatificación de los mártires de Almería y de Granada. Hay varios testimonios sacados de ahí, además de las muchas entrevistas que tuve con familiares y conocidos.

¿Cuánto tiempo lleva investigando?

La historia de mi relación con los mártires se remonta a tiempos de D. José Méndez Asensio, que me encargó ya la tarea de investigación, aunque aun sin nombramiento oficial. Luego sería en 1999 cuando D. Antonio Cañizares me designó como vicepostulador de la causa de los mártires. Yo lo he hecho durante este tiempo con mucho gusto, con mucho esfuerzo y con mucho tiempo porque los mártires a mí me han dado gran ejemplo contemplando su vida.

¿Con qué ha disfrutado más en este periodo de creación del libro?

Yo he disfrutado mucho por el ejemplo que me han dado. Porque nosotros no podemos darles nada a los mártires, ¡lo tienen todo! Nosotros sí que recibimos de ellos, porque “la sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos”, que decía Tertuliano, y a mí me han hecho mucho bien.

El otro día veíamos a San Ignacio de Antioquía. ¡Ese testimonio es que mueve los corazones! Nosotros tenemos otra carta preciosa de otro de nuestros mártires, el de los Ogíjares. Una carta dirigida a su madre en la que dice: “termina de decirme esta pobre gente, a la que compadezco y perdono de todo corazón, que si quiero salvar mi vida tengo que casarme y que, si no lo hago, me matan. Pero yo, pensando, no en esta vida sino en la otra, que es la verdadera, les he contestado que prefiero morir antes que renegar de nuestra religión”. O sea, una carta preciosa. Estas cosas nos hacen mucho bien a nosotros, al que lo lea, al que lo conozca.

¿Hay alguna historia de las que ha contado en este libro que le ha tocado un poco más?

Por la dureza y el sufrimiento tan terrible, creo que los mártires de Turón. De los mártires de Turón lo he tomado de un maestro nacional, ¡y es terrible! Son los que más me han impresionado.

¿Siempre hay constancia de que un mártir muere perdonando?

Hay testimonios explícitos de varios. Uno de los que murieron en Almería, que estaba con un religioso de las escuelas cristianas, y le decía: “qué cosa tan grande sería el martirio”. Otro que le escribía a unas monjas que él atendía: “el martirio no lo merezco, pero lo deseo”.

Hay muchos testimonios explícitos perdonando a los verdugos y otros implícitos, porque sabían que los mártires meren perdonado. Rezaban todos los días en el rosario el Padre Nuestro, en el que decía “perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, que es lo mismo que el Señor dijo en el calvario: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada