Fecha de publicación: 25 de junio de 2015

Sabiduría 1, 13-15; 2, 23-25
Salmo 29, 2-6.11-13
2 Corintios 8, 7-9.13-15

Marcos 5, 21-43:

Jesús atravesó de nuevo a la otra orilla, se le reunió mucha gente a su alrededor, y se quedó junto al lago. Se acercó un jefe de la sinagoga, que se llamaba Jairo, y al verlo se echó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”. Jesús se fue con él, acompañado de mucho gente. Llegaron de casa del jefe de la sinagoga para decirle: “Tu hija se ha muerto. ¿Para qué molestar más al maestro?”. Jesús alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo al jefe de la sinagoga: “No temas; basta que tengas fe”. No permitió que lo acompañara nadie, más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. Llegaron a casa del jefe de la sinagoga y encontró alboroto de los que lloraban y se lamentaban. Entró y les dijo: “Talitha qumi” (que significa: Contigo hablo, niña, levántate). La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar –tenía doce años-. Y se quedaron viendo visiones. Les insistió en que nadie se enterase; y les dijo que dieran de comer a la niña.