Nació el 30 de diciembre de 1872 en Huétor Vega, donde fue bautizado el 1 de enero siguiente por Antonio Ruiz de Valdivia, tío suyo. Pero la casa familiar estuvo en La Zubia. Estudió en el Seminario de San Cecilio residiendo en el Colegio de San Fernando, con unas calificaciones brillantísimas. Recibió el presbiterado el 30 de mayo de 1896. Fue coadjutor residencial de Santa Fe en Láchar, coadjutor y párroco de La Zubia, párroco de San José y Santa Ana en Granada, y, por último, durante varias semanas, párroco y arcipreste de la Encarnación de Alhama de Granada.

Era el Siervo de Dios un sacerdote de mucho prestigio entre el clero granadino. Mostró una generosa disponibilidad y obediencia al asumir un cambio de la Ciudad a un pueblo importante y de rica tradición, pero donde ya se habían producido graves hechos contra la Iglesia.

El 25 de julio, después de haber celebrado la Misa, previendo el asalto al templo, volvió por la tarde a consumir las Sagradas Formas. Fue arrestado el 27 y en la cárcel ayudó espiritualmente a los demás presos con el sacramento de la Reconciliación. Murió el 30 de julio de 1936 en la Carretera de Alhama a Loja, con cuatro más a los que animó y dio la absolución.

El murió con el crucifijo en sus manos. A los perseguidores les dijo: “Que Dios os perdone, que yo también os perdono”. Y al oír la orden de disparar añadió: “Cúmplase la voluntad del Eterno”. Tenía 63 años. Fue sepultado en el cementerio de Alhama y en abril de 1937 sus restos fueron trasladados al panteón familiar en La Zubia, pueblo que dio su nombre a la calle del domicilio familiar.

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