Fecha de publicación: 27 de diciembre de 2018

La noche de la Navidad es la noche en que el Misterio que envuelve toda la Creación, el Dios inefable, se ha abrazado a nuestra pobreza y ha iluminado el cosmos, la vida humana, el misterio que somos cada uno de nosotros, nuestra historia entera. Es una noche donde se proclama el triunfo del amor sobre el pecado, el triunfo de la gracia sobre la mezquindad, el triunfo de la belleza sobre la fealdad y el horror, de toda clase de violencia, de toda clase de mal. Es una noche preciosa y sólo cuando uno se da cuenta de la fuente de donde nace el turrón y los dulces y toda la alegría que tradicionalmente rodean la Navidad, tiene sentido el celebrarla.

Pues bien, hace 450 años, en esa noche cuando el pueblo cristiano daba gracias a Dios porque el Dios infinito había tenido Misericordia de nuestra pobreza, un brote de odio hizo que murieran cientos de cristianos en nuestras Alpujarras. Son los mártires de la Alpujarra. Y nosotros nos sentimos orgullosos de aquellos hombres y mujeres que amaron a Cristo más que la vida; que habían comprendido que la vida sin Cristo no tenía sentido, y que Cristo era el que llenaba de contenido, de esperanza y de alegría la vida entera. No pasaba nada por perderla si era por Cristo.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

24 de diciembre de 2018
Granada

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