Fecha de publicación: 30 de marzo de 2018

 

El gesto que hacemos es un gesto de adoración de gratitud; de gratitud al don del hijo de Dios que entrega su vida por nosotros. Y nosotros reconocemos ese don guardando silencio en el momento que recuerda, que conmemora el hecho de su muerte, donde Él nos entrega todo lo que es. Y Él es el Hijo de Dios. Lo que nos entrega es la vida divina.

Ese Acontecimiento ha dividido la historia en dos partes. Ese Acontecimiento ha abierto para todos los hombres, para todos nosotros, la posibilidad de una vida en libertad: la libertad gloriosa de los hijos de Dios. La libertad que genera un amor más grande que nuestros pecados, más grandes que nuestras pobrezas y nuestras miserias, más grande que nuestras mezquindades, seáis quienes seáis, seamos quienes seamos, sea cual sea la historia de cada uno de nosotros, nuestras cualidades o nuestros defectos, sean cuales sean nuestras circunstancias, las heridas que llevamos a nuestras espaldas. Los brazos de Cristo en la cruz están abiertos para todos. No hay nadie a quien el Señor rehúse Su Misericordia. No hay nadie a quien el Señor rehúse Su Amor. Están clavados en la cruz justamente para que no puedan cerrarse ante nadie.

Mis queridos hermanos, es un día para celebrar el comienzo de una historia nueva. Podemos vivir del amor de Cristo. Y el amor de Cristo es capaz de hacer florecer en el corazón más seco los frutos de amor y de misericordia de unos para con otros.

Que podamos acogernos a ese Amor. Colgarnos del cuello de Jesús. Apoyarnos en él. Descansar en él. Dejar que Él cargue con nuestros pecados. Él es Dios, infinitamente más grande. Y su poder más grande es justo el poder de perdonar, de amar sin límites; es justo el poder de acogernos a Él sin condiciones.

Señor, que sepamos acogernos a ese amor tuyo y que Tu Misericordia y Tu Amor hagan florecer entre nosotros, en nuestra ciudad, en nuestros barrios, en nuestras casas, en nuestras familias, el perdón y el amor que sólo ellos hacen la vida humana digna de ser vivida con gozo, con gratitud, con sentido, con la certeza de un significado que no termina ni siquiera con la muerte.

Que así sea para todos vosotros, para todas las personas que queréis, que amáis, para todas vuestras familias.

(ndr. Suena el cornetín que anuncia las tres de la tarde, suenan las campanas de la iglesia de San Cecilio y se hace silencio durante un minuto)

Cristo de los Favores, adoramos las llagas de tus pies y manos y la sangre que derramaste por ellas. Te pedimos que nos perdones los pecados que hemos cometido, los malos pasos que damos a diario en nuestras vidas, la tibieza con la que recorremos nuestro camino, las barreras que de continuo ponemos a tu amor y unos para con otros, nuestras cobardías y abandonas, nuestra falta de fe, de sinceridad, de amor y de entrega a los demás.

Concédenos, Cristo, Señor, Dios nuestro, la gracia de caminar siempre por el sendero de tus mandatos, para hacernos así dignos de tu Vida y de tu Reino. Amén.

POR LA LLAGA DE TU PIE IZQUIERDO

Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga dolorosa de tu pie izquierdo por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste.

Te pedimos, Señor, en primer lugar, por la paz del mundo, para que no haya miseria ni hambre en la tierra. Por cuantos gobiernan las naciones. Por tus misioneros, que extienden la buena noticia por todos los rincones de la tierra.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU PIE DERECHO

Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga de tu pie derecho, por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste.

Bendice, Cristo, Señor Nuestro, a todos los pueblos del universo, sobre todo a los más pobres.

Bendice a los perseguidos por tu causa, a los abandonados, a los que padecen hambre o padecen el odio de sus hermanos, la tragedia de la guerra.

Bendice, Señor, a quienes están luchando entre la vida y la muerte, a los moribundos.

Acógelos a todos en tu Reino.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU MANO IZQUIERDA

Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga dolorosa de tu mano izquierda por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste.

Te pedimos, Cristo, Señor Nuestro, por los que prometen una falsa felicidad a bajo precio; por los que se empeñan en servir a dos señores; por los que blasfeman tu santo nombre; para que haya justicia y equidad en nuestro mundo.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU MANO DERECHA

Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga dolorosa de tu mano derecha por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste.

Bendice, Cristo de los Favores, a todos los movimientos apostólicos de tu Iglesia, a nuestras hermandades y cofradías, a sus Juntas de Gobierno, a sus familias.

Bendice esta Cofradía de los Favores y a todos sus miembros, y concédenos a todos la gracia de amarnos de todo corazón y dirigir nuestras obras a tu gloria y al bien de nuestros hermanos.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA SAGRADA DE TU COSTADO

Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga sagrada de tu costado por la sangre que derramó; sangre y agua, nos dice el Evangelio. Agua, símbolo del bautismo. Sangre, símbolo de tu Presencia a lo largo de los siglos en la Eucaristía.

Te pedimos, Jesucristo, Señor Nuestro, por los que encienden enemistades y odios, por los que calumnian.

Te pedimos que sepamos fomentar la unión fraterna de todas las personas. Que sepamos aliviar, consolar y acompañar a los enfermos.

Te pedimos por los más necesitados; por los que están solos; por los que sufren el dolor en su cuerpo o en su alma; y Te pedimos también por todas esas intenciones que hay en nuestro corazón y que sólo Tú conoces.

Padre Nuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden.
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

El Señor esté con vosotros.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre todos vosotros y vuestras familias y os acompañe siempre.

Podéis ir en paz.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

Oración de las cinco llagas
Campo del Príncipe (Granada)
30 d marzo de 2018, Viernes Santo

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