Fecha de publicación: 6 de abril de 2020

Una de las sorpresas del presente momento de confinamiento está siendo el reconocimiento público con aplausos desde los balcones a los sanitarios, enfermeros y todo el personal que se enfrenta directamente con los afectados de la epidemia del Covid-19.

A los muchos sectores que siguen saliendo a trabajar y nos sostienen a todos están también los educadores sociales. En el Zaidín la Fundación Don Bosco cuenta con dos pisos dedicados a la acogida e integración social de chicos en situación de exclusión social. Uno de ellos es el Don Calosso, que así se llama en honor al sacerdote que fue el primer mentor de San Juan Bosco, y que ahora alberga a chicos refugiados que han solicitado la protección internacional.

Es un piso inaugurado hace tan solo unos meses, concretamente el pasado mes de enero. En él residen actualmente tres jóvenes, dos procedentes de Somalia y uno de Paquistán, que fue el primero en llegar. Los dos somalíes se conocían de antes, habían coincidido en el albergue para refugiados que hay en la Comunidad de Madrid, y se llenaron de alegría al ver que se reencontraban inesperadamente en esta vivienda de la familia salesiana.

LA PRESENCIA DE LOS EDUCADORES
Las educadoras sociales siguen acudiendo a visitar a estos chicos, acompañándoles en estos días de confinamiento que a todos ha pillado por sorpresa. “Ellos tienen temor, entienden la situación pero les ha costado entenderla. Si nos ha costado a nosotros imagínate a ellos que tampoco tienen mucho conocimiento de esta situación, por el idioma, que todavía están aprendiendo, y también por la incertidumbre” cuenta la coordinadora del residencial, Inmaculada Castillo.

Inmaculada es, junto con el resto de educadores, el único contacto que pueden tener estos chavales con el exterior, por ello también les reciben con especial alegría y agradecimiento. Si bien van a estar con ellos, lo hacen siempre con las oportunas medidas de precaución, guardando las distancias cuando se reúnen en el salón y haciendo que los chicos desinfecten bien el piso cada mañana.

En estos días de cuarentena están aprovechando además para dedicar más tiempo a aprender español y el resto de las tareas formativas que les encomiendan desde la fundación. “Los chavales están dando un ejemplo de responsabilidad, acatando las indicaciones, quedándose en casa y ejecutando los talleres que hacemos, tanto presenciales como telemáticos”, afirma el director territorial de la Fundación Don Bosco, Francisco Javier Cano. “Nos están dando un ejemplo de integridad y de saber estar. Mentiría si dijera lo contrario”.

EL TESTIMONIO DE QUIEN ESTÁ AGRADECIDO
En los pocos meses que lleva la residencia Don Calosso es ya una fuente de amor y de esperanza para estos chicos que tienen además mucha dificultad para ponerse en contacto con sus familiares, especialmente los de origen somalí.

La entrega que perciben de parte de los educadores y voluntarios es para ellos una fuente de agradecimiento y seguridad que les cambia la vida, viniendo como vienen de contextos en los que la violencia local o la miseria les ha llevado a situaciones especialmente duras. “Están siempre con mucha ilusión cuando vamos a verlos, la verdad es que muy agradecidos, porque entienden que estamos haciendo un esfuerzo saliendo de nuestras casas”, dice la coordinadora.

A pesar de lo inesperado de la circunstancia, para estos chicos esta situación no deja de ser una de tantas que han podido vivir a lo largo de su vida y son capaces de afrontarlas. “Me sorprende esa capacidad de no perder nunca la sonrisa”, dice Lucía Corral, otra de las educadoras sociales de la fundación. “Me sorprende su capacidad de resiliencia. Fíjate, yo me encuentro con que pierdo más veces los papeles que ellos que seguro que han pasado por situaciones mucho más dolorosas. No pierden nunca las malas formas, no hay nunca una palabra malsonante o una falta de respeto gorda. Siempre tienen una sonrisa y siempre te están dando las gracias”.

En este caso, el agradecimiento de estos chicos tiene un rostro y se hace posible gracias al trabajo de las educadoras del Don Calosso, que dan testimonio de esa “entrega incondicional” de la que quiere hacerse gala la Fundación Don Bosco y es en sí una fuente de esperanza para estos tres chicos en mitad de este estado de alarma.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada