Fecha de publicación: 18 de febrero de 2015

Hubo un periodista que anunció a bombo y platillo la inminente destitución el Arzobispo de Granada hace más de un mes, poniendo fecha y señalando incluso al elegido para sustituirlo. Alguna colega le siguió la gracia muy ufana… y nada, han pasado las semanas, hemos visto a Mons. Martínez acogido y abrazado por el Papa Francisco… y ni tan siquiera una disculpa por su… llamémoslo “error periodístico”, por aquello de ser piadosos.

No contento con haberse visto desmentido por la realidad, ayer se inventaba en una televisión la patraña de que el Papa había pedido al Arzobispo su renuncia, y que éste se había negado en redondo. ¿Se puede mentir más y mejor? Se puede, pero hay que hacer cursillos. La foto paternal de Francisco acogiendo en su casa a Don Javier Martínez era, según este colega, un juicio de condenación. Y ninguno nos habíamos enterado… Perdón por la ironía.

Como parece que el terrible y doloroso caso de los abusos cometidos por algunos sacerdotes de Granada les sirve cada vez menos para su verdadero interés (que no es otro que abatir al Arzobispo), se sacan ahora de la chistera una supuesta “responsabilidad in vigilando”. O sea que nadie conocía los desmanes del llamado “Clan de los Romanones”: no lo sabían los curas (que compartieron presbiterio con ellos durante años), no lo sabían las familias de su parroquia (que parecían conocerlos sobradamente), no lo sabían los vecinos, ni los medios de comunicación, ni la policía… Nadie… hasta que una de las víctimas decidió denunciarlo muchos años después. Pues bien, según estos periodistas que han salido de caza pero vuelven cada día sin su presa, el Arzobispo tenía que haberlo sabido, y tiene que dar explicaciones.

El Arzobispo no lo sabía (como no lo sabían otros obispos que han sufrido el dolor de ver aparecer en sus diócesis esta lacra), pero una vez sabido, ha actuado como padre y como hermano. Ha pedido perdón en nombre de la Iglesia, ha atendido a la víctima sin dilación, ha suspendido a los presuntos culpables y ha seguido escrupulosamente, paso a paso, las normas establecidas por la Santa Sede. Todo esto ya lo saben los des-informantes, claro está, pero les interesa bien poco.

En medio de todo este ruido y de todo este dolor, el pastor de la archidiócesis de Granada sigue ofreciendo a su gente su única riqueza: el testimonio de Jesucristo vivo y presente en su Iglesia. Y esto sí que es noticia.

Páginas Digital

www.paginasdigital.es