Fecha de publicación: 13 de febrero de 2018


Sobre el tema de su conferencia, ¿cuál es esa Obra Nueva de Dios para la Nueva Evangelización?

La Comunidad Shalom es en sí misma una Obra Nueva del Señor, nunca quisimos fundar nada por nosotros mismos, es una Obra Nueva como podemos ver en el libro del profeta Isaías: “Una obra nueva creada por las manos del Señor”. La Obra Nueva es la propia Comunidad en su acción evangelizadora en el mundo y su carisma basado en una vida de oración personal y comunitaria, litúrgica, sacramental, carismática; en una vida de unidad, en la vida comunitaria, la vida de fraternidad entre nosotros, con la Iglesia y con los hombres, y la Evangelización. Estos son los tres pilares de nuestra Comunidad y la Obra Nueva que Dios construye en nuestras vidas que también desborda en nuestra acción misionera. Es Obra Nueva en la Iglesia el pueblo que Dios construye alrededor de este carisma, un pueblo que vive estas tres dimensiones de la vida de la Iglesia, del carisma Shalom; oración, unidad y evangelización.

También es nueva la creatividad y “parresia” -esta palabra griega que significa audacia, franqueza, la frescura de la evangelización-, esta nueva evangelización que se lleva a cabo con nuevos medios y métodos, medios artísticos, alegría, y con la juventud. Este nuevo pueblo tiene la virtud de la juventud espiritual, los jóvenes son los protagonistas de nuestra misión, no son solo los destinatarios de nuestra evangelización sino que son aquellos que construyen la obra de evangelización y son los protagonistas de la misión. La Obra Nueva de la que hablo es toda una realidad en sí misma que es el carisma de la Comunidad Shalom.

 

¿Qué aporta la Comunidad Shalom a la evangelización de los jóvenes en España?

España es un país de profundas raíces católicas, cristianas, pero esto no significa que sea un país evangelizado, como toda Europa, con raíces profundamente cristianas, católicas, pero muy secularizada. Los jóvenes son parte de una nueva generación víctimas de un secularismo, de un vacío interior muy grande, viven para el trabajo, para el dinero, para las cosas materiales, pero se olvidan de que tienen una vida interior. La novedad que presenta la Comunidad Shalom ante esta realidad es la de ser una escuela de vida interior para los jóvenes. Por ejemplo, España es la tierra de San Ignacio de Loyola y Santa Teresa de Jesús, dos grandes maestros de la vida espiritual y de la vida interior, ellos dos eran jóvenes cuando respondieron a la llamada del Señor. Pienso que estos jóvenes tienen un ADN espiritual de una vocación a una profunda vida de amistad con Dios y la Comunidad Shalom quiere transmitir esta novedad antigua y nueva al mismo tiempo, la novedad de que tenemos un espacio interior, Dios nos llama amigos, Dios quiere establecer una unidad con nosotros, y a través de la alegría del anuncio del Evangelio por medio de muchos medios nuevos y creativos, queremos despertar en la vida de los jóvenes esta realidad profunda que es el privilegio de poder ser amigos de Dios.

 

Desde su experiencia como misionero y Asistente Internacional de la Comunidad, ¿cuáles son los principales desafíos a los que se enfrenta la juventud del siglo XXI en el mundo entero (incluida la juventud española)?

Hay una cosa que me da miedo y otra que me llena de esperanza. El miedo proviene de la cantidad de jóvenes que son víctimas de las drogas como una forma de huir de la realidad concreta de sus vidas, huir del dolor de una vida familiar fragmentada, huir del dolor de estar solos en el mundo, huir del dolor de no encontrar la propia vocación. Las drogas y la soledad son cosas que veo tristemente en muchas realidades del mundo, al mismo tiempo, también veo una gran sed de eternidad, de estabilidad, de tener algo concreto, para siempre en sus vidas. Me llama mucho la atención la cantidad de jóvenes que se tatúan el cuerpo en todo el mundo, pienso que es una manera inconsciente de marcar el propio cuerpo con una señal que no pase, con algo que se quede para siempre en la carne. Pienso que esto es una señal de la sed de eternidad que existe en el corazón de los jóvenes en muchos lugares, en Asia, África, en Europa también, en muchos países, yo veo la misma sed de tener, poseer algo para siempre. Creo que ésta es una característica importante que tenemos que acompañar en la vida de los jóvenes, presentar la fidelidad de Dios, presentar que Dios es aquél que no cambia, que no pasa, que siempre permanece, que es amigo y en el que podemos confiar.

Muchos también son víctimas de la desconfianza, no pueden confiar en nadie porque la sociedad es cambiante, porque los sistemas políticos no son estables, porque las personas están vacías. En una vida de Comunidad, en la Comunidad tenemos la alegría de ser una familia y podemos presentar a los jóvenes este ideal de familia como una realidad llena del misterio de la Iglesia y en la alegría de ser una Comunidad alrededor de Jesús, que se alimenta de la amistad con Jesucristo.

 

¿Cómo piensa que la Iglesia, en general, puede ayudar a los jóvenes y cómo lo hace la Comunidad Shalom en el seno de la Iglesia universal?

Desde el Concilio Vaticano II podemos ver a la Iglesia no solo como pueblo de Dios, como cuerpo místico de Cristo y todas estas formas de ver la Iglesia que son muy profundas e importantes, pero también, con mucha sencillez, podemos ver la Iglesia como una familia, una familia acogedora, una familia que está abierta para recibir a los jóvenes, estar con ellos, acompañarlos en su camino de fe, en su camino de vocación en el mundo.

La Iglesia puede ser una madre de esperanza, la comunidad está viviendo, desde antes del inicio del Pontificado del Papa Francisco y durante todo este Pontificado, un “Kairós” de misericordia. Hemos aprendido que la misericordia es el mejor método de evangelización, la misericordia es la madre de la esperanza, cuando hay misericordia hay esperanza de una vida nueva, en una vida feliz. Pienso que la Iglesia puede crecer, todos nosotros como Iglesia, podemos crecer en esta dimensión de ser una familia acogedora para los jóvenes ayudándolos a crecer. Dios nos ama como somos, y nos ama mucho como para dejarnos ser como somos, entonces hay que acoger a las personas como se encuentran en el mundo, sin prejuicios y al mismo tiempo ayudarlas a ser la mejor versión de ellas mismas, en la oración, el acompañamiento personal, grupos de oración, porque nadie puede vivir el Evangelio solo. Ser una familia que vive el Evangelio juntos, que encarna los valores y la vida del Evangelio y también creando espacios de encuentro.

¿Cuál podría ser un ejemplo de estos espacios de encuentro para los jóvenes?

Con espacios de encuentro me refiero no a los espacios tradicionales, por ejemplo la parroquia, etc., no solo eso. La Comunidad Shalom hace cafés para evangelizar, hace conciertos de evangelización, fiestas para acercarse a los jóvenes, la Iglesia puede abrirse a estos nuevos lenguajes de evangelización para así poder estar más cerca de los jóvenes en su realidad concreta.

 

María José Aguilar