Fecha de publicación: 7 de febrero de 2013


Un nutrido grupo de Arciprestes y Vicarios de la Provincia Eclesiástica de Granada se congregan desde el 5 al 7 para profundizar en el Año de la fe, que estamos celebrando hasta el 24 de noviembre, Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, y sobre la nueva evangelización, tema al que estuvo dedicado el Sínodo de los Obispos celebrado el pasado mes de octubre en Roma. En esta XIX edición, en la Jornada participaron los Obispos de Jerez, Mons. José Mazuelos, y Málaga, Mons. Jesús Catalá, así como nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, y el sacerdote y periodista D. José María Gil Tamayo, Consultor del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales y anteriormente Director de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación.

Las Jornadas de Arciprestes y Vicarios de la Provincia Eclesiástica de Granada comenzó con una oración y el saludo de bienvenida de nuestro Arzobispo, Mons. Javier Martínez, quien agradeció a Dios “por este tiempo, en el que el Señor nos permite estar juntos, y ese estar juntos es una gracia del Señor”.

Durante todo este año, tanto a nivel diocesano como a nivel universal, en la Iglesia se centra la atención en el Año de la fe y la nueva evangelización, una invitación a redescubrir las raíces y la alegría de la fe, como invita el Santo Padre en su Carta Apostólica “Porta fidei” por la que convocaba este Año. Sin embargo, en estas Jornadas se ha subrayado que la nueva evangelización no es una moda o un slogan publicitario en la Iglesia, sino una invitación a vivir de y en Cristo.

En su intervención, Mons. Martínez ha aludido a la degeneración del lenguaje que, en ocasiones, encontramos en nuestro mundo actual, que ha vaciado de verdad muchos términos, como por ejemplo “libertad” o “amor”. “Es un lenguaje cerrado, contaminado hasta la asfixia por las ideologías dominante”, señaló. En este sentido, respecto a la preocupación social que genera la crisis económica trasladada desde los medios de comunicación, Mons. Martínez lamentó que “jamás he oído una referencia a la ‘Caritas in veritate’, mas que las editoriales, los discursos religiosos, algunas palabras de un obispo que hace una pastoral…”. Desde este enfoque, para Mons. Martínez hay una “conspiración de silencio frente a la ‘Caritas in veritate’”, porque “ha roto los moldes del neoliberalismo, es decir, porque ha roto los moldes de la separación absoluta entre lo económico, lo moral, lo ético, y un ético de inspiración cristiana”. No obstante, Mons. Martínez subrayó que “vivimos un momento de gracia -todos los momentos que el Señor nos da a vivir son momentos de gracia: todos“.

“Estamos en un momento en el que la llamada a la nueva evangelización y la llamada a recuperar la fe significa, en primer lugar, una llamada a la conversión radical”, subrayó el Arzobispo, al mismo tiempo que insistió en que la “la fe no es una colección de ideas o creencias”, sino que Cristo es la clave de nuestra vida humana, “de mi humanidad como hombre, de mis deseos de felicidad, de mis anhelos de verdad, de mi necesidad de amar y ser amado”.

El contexto actual de crisis social y económica, en medio de desesperanzas e incertidumbres para muchas familias y personas, ha revelado que “el hombre tiene hambre de Dios”, explicó el Arzobispo. “La gente tiene hambre de Dios, y buscan. (…) El verdadero obstáculo está en no anunciar a Jesucristo como respuesta a la inquietud humana que tienen las personas, que no se proponga a Dios como Aquél para quien nuestro corazón está hecho”.

Inauguración con Mons. Mazuelosseminario_jornadas
La conferencia inaugural estuvo a cargo del Obispo de Jerez, Mons. José Mazuelos, que habló sobre “El Sínodo de la nueva evangelización en el horizonte del mundo actual”, en una intervención en la que destacó la gran aportación de la Iglesia en el mundo actual de situaciones difíciles y desesperanza, y en cuyas manos está “el reto de la nueva civilización de vida y amor”.

Sobre el Año de la fe, Mons. Mazuelos subrayó el reto también pastoral que supone un mundo que se ha olvidado de Dios y de su relación personal con Él, y que vive como si Dios no existiera. La fe no es un moralismo ni un cumplimiento de normas, explicó el Obispo: “(…) consiste en favorecer el encuentro con Cristo (…) poner en el centro la Palabra de Dios”. “Ese encuentro con Cristo que nos llama a vivir en Cristo, la moral católica que se presenta no es legalista, no es cumplir una serie de normas, es el encuentro con Uno que cambia mi vida”. “Ser cristiano es una vida”, concluyó, de ahí la importancia a la santidad a la que todos estamos llamados.

La nueva evangelización “no es posible sin el amor a los hombres” y “tenemos algo grande que comunicar al hombre de hoy”, señaló.

Impresiones del Sínodo
Los Vicarios y Arciprestes participantes también pudieron conocer de cerca el desarrollo del último Sínodo para los Obispos celebrado en octubre del año pasado en Roma, dedicado a la nueva evangelización para la transmisión de la fe, y las impresiones personales de quien lo vivió muy de cerca. Para ello, el sacerdote de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz y periodista D. José María Gil Tamayo, actualmente Consultor del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y Portavoz del Sínodo para la lengua española, desgranó cómo se llevaron a cabo las intensas y ricas sesiones en este Sínodo que congregó a 262 Padres Sinodales, participantes en 22 Congregaciones Generales, con más de 400 intervenciones.

Gil Tamayo subrayó la comunión y colegialidad de los Padres sinodales. Respecto a la nueva evangelización, el Consultor del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales explicó un aspecto reflejado en el Sínodo sobre el tema de la nueva evangelización: “No es un concepto de moda para una campaña en la Iglesia, no es una floritura del lenguaje para estar a la moda en el ámbito eclesiástico o en nuestras reuniones pastorales”.

“Necesitamos recuperar la centralidad de Dios”, subrayó D. José María Gil Tamayo, quien también constató cómo “asistimos a la marginación de Dios”. “Se vive como si Dios no existiera”.

“La nueva evangelización no es una pastoral ordinaria, sino la atracción, la recuperación, la propuesta de lo esencial cristiano a quienes, o no han tenido contacto con la Iglesia o lo han tenido y se han ido porque hay falta de estima y seguimiento a las consecuencias de vivir en Cristo y a la propuesta moral cristiana”.

“Tenemos que saber dar razón de nuestra esperanza”, concluyó.