Fecha de publicación: 7 de diciembre de 2017

Coincidiendo con el inicio del nuevo tiempo litúrgico, el pasado día 3, I Domingo de Adviento, la Faculta de Farmacia festejó su Patrona, la Inmaculada Concepción, con la Eucaristía que presidía nuestro arzobispo D. Javier Martínez en la iglesia del Monasterio de la Cartuja.

De la coincidencia entre ambas celebraciones –Adviento y la Inmaculada Concepción- nuestro arzobispo afirmó que es “algo perfectamente adecuado”. En este sentido, D. Javier esbozó el significado de este tiempo litúrgico y la figura de la Virgen María, de espera y esperanza.

Y es que en el Adviento –“un tiempo humano, quizás, de todos los tiempos litúrgicos, el que parte más del corazón”, señalaba D. Javier- se revela el deseo profundo que todos llevamos en el corazón. Un deseo que hay que educar en el amor, libertad y el uso de la razón.

INMACULADA CONCEPCIÓN
Paralelamente, nuestro arzobispo hablaba de la fiesta de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, que celebramos el viernes 8: “La fiesta de la Inmaculada es una de las fiestas más bellas del año, y especialmente en Granada, y de las más significativas para el contexto cultural en el que estamos. Porque justo por el mismo tiempo donde los pensadores de esta Europa cansada y envejecida en tantos aspectos estaban construyendo sus teorías sobre el superhombre, la Iglesia afirma la grandeza más alta. Aquella que haya alcanzado ninguna criatura, la ha alcanzado una mujer y la ha alcanzado por gracia. Por una gracia que la precede en el momento mismo de su concepción”.

Con la Inmaculada Concepción vemos cómo el Señor se anticipa a nosotros, sale antes a nuestro encuentro –en palabras del Papa Francisco, “nos primerea”- y que “todo lo que nosotros podemos hacer por el Señor es siempre responder a su gracia”. María, en su advocación de la Inmaculada Concepción, es “junto con la de Juan Bautista, la figura por excelencia del Adviento”. En el Adviento esperamos la venida de Dios, al que imploramos: “Ven, Señor, Jesús”. Y la gracia que alcanza a la Madre de Dios le es también dada, ya que está confiada y sigue al Padre: “Hágase en mí la esclava del Señor”.

LAS FARMACIAS, PUNTOS DE ESPERANZA
Asimismo, en su homilía en la Eucaristía con la Facultad de Farmacia para festejar su Patrona, nuestro arzobispo habló de las farmacias como lugares semejantes a los “confesionarios”, en el sentido de ser lugares donde las personas encuentran un punto de humanidad al escuchar a las personas que hasta allí llegan para, primero, contar sus dolencias y, después, compartir su vida en una conversación con el farmacéutico.

“La farmacia es un punto de esperanza para los seres humanos que entran por la puerta buscando un poco, al mismo tiempo que alivio para su dolor, respuesta para sus anhelos profundos de humanidad”, señaló Mons. Martínez.

Paqui Pallarés

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