Conversamos con el filósofo italiano Massimo Borghesi, que recientemente ha estado en Granada para hablar de “El modelo de polaridad. Las influencias de Gaston Fessard y Romano Guardini”, conferencia con la que se inauguró en Granada el Curso-Congreso Internacional “Más allá de la fe secular”. En la entrevista, Borghesi, autor de “Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual” (Ediciones Encuentro), fruto de sus conversaciones durante cuatro meses en 2017 con el Papa Francisco, nos desgrana la Iglesia que quiere el Papa Francisco, que busca el encuentro con cada persona de nuestro tiempo, sin temor a nada ni a quien es diferente a nosotros.

– A qué se refiere con “modelo de polaridad”.

Se refiere sobre todo al corazón del pensamiento de Jorge Mario Bergoglio. Porque, de hecho, una cosa que muchos no saben es que el Papa Francisco tiene una profunda concepción de pensamiento en una formación intelectual muy recurrente, que depende de la escuela de los jesuitas: los maestros, como he demostrado en mi libro, que hay en una edición española en la Editorial Encuentro, “Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual”. El Papa Francisco tiene una formación que deriva tanto de los jesuitas argentinos como de los jesuitas europeos. La idea de la polaridad expresa una concepción de la vida como tensión entre opuestos. Y esta concepción para Jorge Mario Bergoglio vale para la vida, vale para la sociedad –nuestra sociedad son movidas por una tensión entre el polo y el opuesto, que tiende a convertirse en contradicción; que tiende a convertirse en fuente de guerra, y también la Iglesia está en movimiento desde una tensión entre opuestos. Esta concepción intento explicarla tanto en mi libro como en la conferencia, que he tenido aquí en Granada. Naturalmente, era una conferencia para un público muy especializado, digamos así. Pero lo importante es comprender cómo Bergoglio no es simplemente un pastor con una formación y un pensamiento muy “pobre”, como dicen los críticos del Papa Francisco. En realidad, el Papa tiene una robusta, profunda concepción católica de pensamiento.

– El Papa Francisco ha mostrado una Iglesia de la que dijo, cuando llegó al Pontificado, quería que fuese una “Iglesia pobre para los pobres”. Una de las características de Francisco, precisamente, además de esa pobreza espiritual y material para llegar a todos, es abrir las puertas al mundo entero. Y esa diversidad, esa diferencia del otro no le asusta. Tanto es así que en sus últimos viajes apostólicos a Marruecos, a Abhu Dabi se encuentra con el distinto a nosotros, creyentes cristianos. Usted que conoce al Papa Francisco y conoce su recorrido espiritual y de pensamiento desde seminarista hasta arzobispo de Buenos Aires, y ahora como Pontífice, qué nos puede decir.

Para comprender al Papa Francisco es necesario comprender que la expresión “Iglesia en salida”, que él usa, indica un deseo profundo de misión. La Iglesia de Francisco es una Iglesia misionera. Y esto viene a afirmar una corrección de una concepción de la Iglesia, de estas últimas décadas, para lo cual la Iglesia estaba fuertemente cerrada en sí misma. La Iglesia de hoy es una Iglesia que tiene temor del mundo; es una Iglesia cerrada en una fortaleza. El Papa quiere una Iglesia que atraviesa paredes y se encuentra con cada hombre de nuestro tiempo. Los hombres de hoy son paganos, son personas que no conocen nada del cristianismo. Hoy vivimos en una sociedad pagana. Y por eso, el anuncio cristiano, el kerigma, debe ser la primera tarea del cristiano en el mundo contemporáneo: el testigo, el anuncio. Esto requiere una libertad total. Requiere un cristiano que arriesga una presencia en el mundo de manera libre, creativa, con especial atención a las personas pobres. Esta atención a los pobres le llega al Papa de la experiencia de la Iglesia latinoamericana. Porque, en Europa, sí, conocemos la pobreza. Pero, en América Latina, es impresionante. La Iglesia defiende a los pobres. Pero, la defensa de los pobres no significa que no se deba comunicar Cristo al mundo. Más bien, es una expresión de la caridad cristiana en el mundo de hoy, donde los pobres no interesan nada a nadie. Entonces, estamos frente a una vuelta al Concilio Vaticano II. Porque el Concilio Vaticano II quería una Iglesia misionera. Pablo VI quería una Iglesia misionera. También Juan Pablo II. Todos los últimos papas lo han deseado. Pero este Papa lo ha escrito en su carne. El joven Bergoglio con 19 años quería ir como misionero a Japón. No pudo ir por una enfermedad en el pulmón. No tenía una salud perfecta. Pero él siempre ha tenido un deseo de comunicar Cristo al mundo. El encuentro de Abhu Dabi es un encuentro para enseñar al Dios de la Misericordia. El Papa entiende que en este momento las religiones deben ser constructores de paz; y deben distinguir entre la misericordia de Dios y la violencia de los hombres. Esta es su concepción, ciertamente muy clara. Está reconocido como un Papa con una personalidad de paz dentro del mundo del islam.

– Cómo ha influido Gaston Fessard y Romano Guardini en la espiritualidad y pensamiento en Jorge Bergoglio.

Influye en el sentido de una espiritualidad eclesial y espiritual dinámica. En el sentido que el joven Bergoglio descubre a través de este autor francés, Gaston Fessard, que la espiritualidad de san Ignacio es una espiritualidad viva, dinámica, porque habita en la Presencia de Dios y es la libertad del hombre. El Dios más grande de san Ignacio provoca continuamente al hombre a salir de fuera de sí mismo, a no estar tranquilo, a no estar quieto, a moverse. El cristiano está siempre solicitado de la Presencia de la Gracia de Dios. Y esto explica mucho de la psicología y también de la prospectiva de Bergoglio, y también como Papa. Bergoglio conoce a san Ignacio a través del estudio de Gaston Fessard. Esto es un descubrimiento de mi libro. Esto explica por qué en 1986, cuando él va a Alemania para hacer la tesis doctoral, conoce una obra de Romano Guardini, autor italo-germano, uno de los más grandes autores católicos del siglo pasado, pero es la única obra literaria de Guardini dedicada a una antropología polar. Es decir, a una concepción dinámica del hombre. El hombre está permanentemente inquieto. Esto recuerda a san Agustín: “Mi corazón, Dios mío, está inquieto, hasta que descanse en Ti”. Y así es la vida. La vida está continuamente en tensión entre polo y opuesto. Y sólo en Dios el hombre puede encontrar satisfacción. Esta visión antinómica, en el sentido que la Iglesia une los opuestos. La Iglesia es esta gran capacidad de unir diferentes personalidades, lejanas entre ellas, pueblos diversos, culturas diversas. Esto es el milagro del Espíritu que une los opuestos. En la sociedad, estos opuestos se convierten en fuente de guerra. Y la Iglesia invita a unir aquellas posiciones que por lo demás se convierten en algo explosivo. Y aquí está Bergoglio en esta idea de la Iglesia. La Iglesia es una coincidencia de opuestos, un milagro de paz, es la acción del Espíritu. Y Bergoglio sueña con llevar esta reconciliación en la diversidad. La unidad de la Iglesia no es la esfera, dice él. Es la del poliedro, que es unidad en muchos aspectos. Una unidad pluriforme. Esta es la vida. Esta es la vida de la Iglesia. Y toda la acción pastoral de Francisco como pontífice es la de unir, sin anular. Unir el mundo, unir la Iglesia sin quitar la diversidad. Unir valorando la libertad del hombre, valorando los carismas, sin pretender que todos sean uno de manera monolítica, uniforme, totalitaria.

– En su conferencia en Granada mencionó una homilía del Papa Francisco en Santa Marta, del 4 de diciembre de 2017. Una homilía que va al epicentro de todo, dedicada a cómo Dios se hace pequeño para estar con nosotros.

Esto que dices es un ejemplo clarificador de la concepción de la fe de Bergoglio. Porque la teología de Bergoglio es una teología de la ternura. Y la ternura se funda para Francisco en la unidad entre el grande y el pequeño. Porque el Dios siempre mayor se hace pequeño, en la Natividad. En la Navidad es un Dios niño y esto es el milagro del cristianismo: que el Señor del mundo se hace pequeño. Aquí estamos frente a una unidad polar: el grande, el pequeño. Dios es grande, Dios es pequeño. Y pequeño por la ternura que muestra hacia el hombre. El camino de la salvación pasa a través del compartir, de la pequeñez, de la fragilidad del hombre. Si Dios hubiese querido, habría usado el camino del poder, de la potencia, de la violencia. No. Dios ha preferido el camino de la misericordia y de la ternura, para poder encontrar al hombre. Este es el camino cristiano.

Paqui Pallarés
Directora de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada