El pasado 12 de enero de 2021, falleció nuestra hermana Eulalia Cordero Chacón (“Laly” para los amigos), religiosa de las Siervas de San José y que fue profesora en “La Inmaculada” de 1979 a 1990. Muchos años de convivencia junto a ella marcan toda una vida llena de momentos entrañables vividos en comunidad y en la misión apostólica.

Después de su estancia en Filipinas, donde desempeñó con entrega incondicional su apostolado en el colegio de Silay, en 1979 de vuelta en España comenzó a ejercer la docencia en el Colegio “Sagrada Familia” y en la Escuela Universitaria de Magisterio “La Inmaculada” de Granada.

Foto-Laly-Cordero-Chacon
Las alumnas del colegio la recuerdan como: “la morenita de cara risueña siempre, cercana y cariñosa, pendiente si intuía que podía ayudar, especialmente con las internas”. Expresan que“después de su jubilación, quería sentirse útil y rezaba por ello… De Granada y de sus 22 años de docencia guardan un grato recuerdo…Nuestro agradecimiento más entrañable y nuestras oraciones”. Son palabras entresacadas de la reseña de una antigua alumna del Colegio “Sagrada Familia”, Ana Rodríguez Fernández-Medina.

A mi mente también vienen los años compartidos en el colegio y en la Escuela de Magisterio: excelente profesora, buena compañera que hacía fácil la convivencia del grupo de profesores y de todo el personal de administración que formábamos una “piña”. Más tarde, fue destinada a nuestro colegio de Mérida “Nuestra Señora de Guadalupe” en el que igualmente ejerció como profesora de inglés hasta su jubilación, dejando un buen recuerdo entre alumnos y compañeros.

Excelente profesora, buena compañera que hacía fácil la convivencia del grupo de profesores y de todo el personal de administración que formábamos una “piña”
Para nosotras, como comunidad (aquí en Mérida), ha sido una gran pérdida. Su estado de salud se fue deteriorando de tal manera que llegó a necesitar cuidados especiales, y el 30 de diciembre de 2020 vimos la conveniencia de trasladarla a una de nuestras residencias destinadas a enfermería, concretamente en Salamanca, por encontrarse más cerca de su familia.

Sorpresivamente, su salud se deterioró y no pudo superar una infección generalizada que se le presentó en pocos días. Se fue serenamente y nos dejó una nueva manera de “presencia” en el día a día en el que avivamos su recuerdo.

Gracias, Laly, por la trayectoria de tu vida y por la convivencia compartida desde la universalidad de tu entrega y servicio a la congregación.

Con cariño y añoranza, descanse en la paz del Señor Resucitado.

Antonia Brandón y toda la comunidad de religiosas Siervas de San José.
Blog del Centro de Estudios “La Inmaculada”