Fecha de publicación: 22 de febrero de 2021

La vida de Rovirosa ha sido para la Iglesia un verdadero “milagro”, que 57 años después de su muerte nos sigue deslumbrando, hasta poder afirmar, sin miedo a equivocarnos, que en Rovirosa Dios ha visitado al mundo obrero.

«Guillermo es el apóstol de los obreros. Científico de prestigio, renunció a todo, se puso su mono azul de obrero, se hizo uno de tantos y compartió su vida con los obreros para descubrirles y mostrarles la insuperable dignidad de ser obrero, tan insuperable que fue la condición que eligió para vivir el Hijo de Dios hecho hombre, el divino Obrero de Nazaret como él lo llamaba».

Hoy, la dignidad de ser obrero está siendo pisoteada por el desempleo, la precariedad, los contratos basura, los horarios interminables, la ruptura de los tiempos de trabajo y descanso… Todo supeditado al mercado. Lo importante es que el mercado funcione, aunque los pobres del mundo mueran de hambre; aunque genere pobreza y exclusión; aunque nuestros jóvenes no encuentren trabajo ni puedan formar una familia; aunque no podamos ser padres, madres, hijos ni abuelos porque el mercado lo impide… Lo importante es el mercado, no la persona.»

Rovirosa adquirió tras su conversión, una convicción inquebrantable: en Cristo está la salvación del mundo obrero. Pero un Cristo «tal como es, sin pretender perfeccionarle», sin enmendarle la plana, sin «querer modificar a Jesús para que la cosa salga mejor». Y junto a esta, descubrimos una segunda convicción de la que nunca se volvió atrás: Rovirosa amó y confió verdaderamente en los obreros, en quienes veía presente a Jesús Obrero.

Rovirosa fue la voz de la Iglesia y de los empobrecidos del mundo obrero. Dios nunca abandona a su pueblo. Por medio de Rovirosa el evangelio de Jesús resonó con voz obrera, y el mundo obrero escuchó, en su mismo lenguaje, como dirigido a ellos, el eterno evangelio de Jesús, que tantas veces se le había secuestrado.

A don Tomás se le ha llamado: “sacerdote de cuerpo entero”, “hombre fiel a la iglesia”, hombre de oración larga y profunda”, “teólogo de la centralidad del misterio de Cristo”, “maestro y pedagogo”, “amante servidor de los pobres”, “hombre de diálogo y de la síntesis”, “precursor de la teología política y de la teología de la liberación”, “uno que más ha hecho para acercar la iglesia al mundo obrero y el mundo obrero a la iglesia”, “apasionado de la promoción y formación del laicado”, “alma de la HOAC”… Uno de los grandes sacerdotes de la iglesia en el siglo pasado, consiliario y “alma mater” de la HOAC junto a Rovirosa, ambos calumniados, silenciados y finalmente apartados de ella por las incomprensiones de unos y los intereses mezquinos de otros.

En la herencia que Malagón deja a la HOAC destaca el amor a la Iglesia. Don Tomás nos invita a amar no una imagen idealizada de la Iglesia, sino a la Iglesia real, la única que existe; esa que es, a la vez, santa y pecadora, porque en ella habita toda belleza y la hermosura que aporta Jesucristo y quienes le siguen con fidelidad, y también nuestro propio pecado. Sólo en esa Iglesia tenemos cabida quienes nos sabemos pecadores. Nos enseñó a amar a la Iglesia con su testimonio personal, hecho de sinceridad, lealtad, disponibilidad y ternura; y, también, en muchos momentos, de dolor y sufrimiento ante la incomprensión y la marginación que venía del seno de la misma Iglesia.

En el 75º aniversario de nuestro nacimiento, queremos pedir en esta Eucaristía que por intercesión de Rovirosa, nos concedan el don de experimentar el paso de Dios por nuestra vida, que nos lance, con gozo agradecido, a vivir con su misma coherencia el evangelio del amor y la justicia! Y que continuemos tendiendo puentes y derribando muros para que la Buena Noticia de liberación que nos ofrece Jesucristo siga llegando al mundo obrero y del trabajo.

Mª José Rodríguez Moreno
Presidenta HOAC. Granada