La iglesia parroquial de San Andrés Apóstol, en la céntrica calle de Elvira, reabre sus puertas tras 18 años cerrada. Lo hace gracias a la restauración llevada a cabo en una primera fase que ha permitido dar este paso, para que el templo vuelva a ser punto de encuentro de la Iglesia y de la comunidad cristiana. La Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén y Nuestra Señora de la Paz, que tiene en esta iglesia parroquial su sede, se ha implicado en esta restauración, que aún no ha concluido completamente.

¿Cómo os sentís desde la Cofradía con la reapertura?
Nos sentimos muy contentos, muy ilusionados y muy comprometidos, con lo que supone que la Cofradía después de tantos años vaya a volver a su sede, comprometidos con lo que es la reapertura de la parroquia, comprometidos con tratar de darle vida al barrio, tratar de hacernos presentes allí; un barrio que también está en una situación un tanto particular: la falta de presencia de la Iglesia durante todos estos años, aunque la parroquia se ha establecido en la iglesia de Santiago.

Nosotros creemos que tenemos fuerza y que tenemos potencial, y que tenemos un número de hermanos como para que la vida de la cofradía al trasladarse allí y estar presente en el barrio con más frecuencia de lo que ha sido hasta ahora, creemos que podemos generar una corriente positiva para que el pueblo cristiano de Granada vuelva a tener en cuenta una de las parroquias más importantes en su momento, que fue una de las primeras que se fundó en Granada, a comienzos del siglo XVI, y que vuelva a ir por allí, a asistir a la Eucaristía, a los cultos, y a darle vida, en definitiva, al barrio. Estamos muy contentos porque, al final, vamos a terminar nuestro peregrinar de estos 18 años y vamos a establecernos en nuestra sede, en nuestro barrio, donde la Cofradía se originó hace 100 años.

Una larga tradición en la vinculación entre la iglesia parroquial de San Andrés Apóstol y la Cofradía de la Borriquilla.
Sí. Estamos conmemorando este 2017 los cien años de la hechura y bendición de la imagen del Señor. El Señor de la Borriquilla lo encargó en su momento el párroco de la iglesia de San Andrés, D. Paulino Cobo. Se rodeó de un grupo de fieles en 1917 y empezó a procesionar. Lo que sucede es que después vinieron años malos. No había tampoco Federación de Cofradías. Durante unos años no tuvo continuidad. Pero el germen y el origen de la cofradía está allí. En sus cien años de vida, estos últimos 18 son los que la Cofradía, por los acontecimientos y las circunstancias de la parroquia, ha tenido que estar fuera, pero todo el resto de su historia ha sido en torno a la parroquia de San Andrés. Por lo tanto, la vinculación es total. Nosotros volvemos a nuestra casa y a nuestra sede.

Habéis sido muy pacientes, esperando ese regreso. ¿Con qué esperanza habéis afrontado esa espera, mientras os trasladabais de un lado para otro?
Ese peregrinar ha sido un peregrinar complejo, porque la parroquia se trasladó a la iglesia de Santiago; iglesia que se reabrió para acoger la sede provisional de la parroquia, pero esta iglesia, también hace un par de años, tuvo que estar cerrada durante prácticamente tres años en los que las imágenes de nuestros Titulares –el Señor de la Borriquilla y la Virgen de la Paz- tuvieron que ir a otro templo, que es la iglesia de San Justo y Pastor, donde también estuvieron ese periodo de tiempo. Pero, además, la iglesia de Santiago no permitía la salida del cortejo por las dimensiones de los pasos, por lo cual nuestra salida en estos años se ha hecho desde la iglesia del Perpetuo Socorro. Eso hace que en este tiempo sea difícil ubicar a la cofradía. Eso hace que nosotros hayamos vivido una inestabilidad, una desubicación y no hayamos tenido una referencia como sí esperamos y estamos ilusionados con que va a suceder a partir de ahora. Todo el mundo va a volver a identificar la Cofradía de la Borriquilla con la parroquia de San Andrés y con el barrio de la calle de Elvira, y con lo que es su casa.

Habéis tenido una implicación muy directa y muy importante en esta primera fase de restauración de la iglesia de San Andrés Apóstol.
El estado en el que la iglesia se va a reabrir es un estado provisional. Así en su momento se planteó desde el principio a los hermanos cuando se les propuso la posibilidad de asumir y acoger este proyecto. La implicación de la cofradía es total, absoluta y plena. En el proyecto lo que era más perentorio, en su momento, hace 18 años, cuando se inició la obra, que luego se paró durante varios periodos, pero había que acometer la obra de cubiertas, fue acometida por el Arzobispado con un montante económico muy importante. Pero esta fase de acondicionamiento del interior de la iglesia, de restauración, la acomete la cofradía a través de un préstamo con una entidad bancaria con un importe de 150.000 euros, que va a sufragar en los próximos 20 años. Eso es lo que va a permitir que la obra pueda continuar. El estado va a ser provisional. La ilusión, el deseo y el trabajo van a continuar para seguir acometiendo el resto de fases para poder acercarnos lo más posible al estado original de San Andrés. Y también se contempla dentro de esta fase del proyecto el que la cofradía tenga su casa de hermandad en lo que era la antigua casa del coadjutor, anexa al edificio de la iglesia, y que ahí sea la casa de hermandad de la cofradía, en un futuro, esperemos, no muy lejano en el tiempo.

Otra felicitación precisamente tiene que ver con esta implicación en la restauración de la iglesia parroquial, porque habéis sido galardonados con el V Premio “Amigos de San Nicolás a la Conservación del Patrimonio cristiano de Granada”, que junto con el Arzobispado otorga este grupo de voluntarios que colaboran en la restauración de la iglesia del Albaicín.
Es un motivo de satisfacción porque el trabajo está siendo arduo a todos los niveles. El trabajo que nos va a suponer en estos 20 años –siempre hemos sido una cofradía humilde- es muy ilusionante, pero este montante económico nos va a suponer un esfuerzo grande, una colaboración y un empujón por parte de todos los hermanos para poder asumirlo e ir adelante con lo que ello supone. Y ese reconocimiento por parte de Amigos de San Nicolás es un estímulo y un aliciente. Porque en estos últimos tiempos el trabajo está siendo un trabajo físico. Una vez la empresa constructora terminó las obras, el acondicionamiento de la iglesia le está correspondiendo a la cofradía, que es prácticamente un cien por cien, con la supervisión y en sintonía con el arquitecto y el párroco. Las jornadas de trabajo que estamos echando están siendo muy largas, muy laboriosas y está siendo un trabajo en el que se está implicando la Junta de gobierno y otros hermanos. Es decir, una implicación grande, para tenerlo todo a punto y que el estado y la presentación de la iglesia de San Andrés sea lo más digna y lo más acertada posible.

Paqui Pallarés