Fecha de publicación: 28 de julio de 2020

Se dice que no se ama lo que no se conoce. Y aunque la fe es una gracia y un don de Dios, lo cierto es que se ama más la Palabra de Dios cuanto más se la conoce, con una prolongación para nuestra vida diaria. Ahora en verano es buen momento para dedicar nuestro tiempo libre a esos libros que queremos leer y que durante el año no nos es posible. Y lecturas que además nos aporten un crecimiento humano y nos ayuden a conocernos a nosotros mismos, nuestra naturaleza humana. Y qué mejor manera de conocernos a nosotros mismos que conociendo a nuestro Creador y su historia de amor por nosotros que ha ido construyendo desde la eternidad. Y concretamente, el Sermón de la Montaña y las Bienaventuranzas, que se explican en el volumen “El Evangelio del Reino. Lectio Divina sobre el Sermón de la Montaña” (Ediciones Paulinas), del sacerdote ordenado en 1958, incardinado en Almería y que se encuentra en Granada, D. Antonio Rodríguez Carmona, licenciado en Sagrada Escritura, Doctor en Teología Bíblica y Filología Bíblica Trilingüe.

— Qué recoge en su libro.
El libro recoge el contenido de las charlas que suelo dar de ejercicios espirituales y que suelo centrar en el centro del Evangelio que es el Sermón de la Montaña. Para presentar las Bienaventuranzas y ciertos temas del Sermón de la Montaña. Todo en torno a eso. Además, se trata de algo que he estado explicando durante 45 años en la Facultad de Teología, de forma que, por una parte, es lo que enseño de forma científica y después, por otra parte, de forma mucho más pastoral, que he procurado poner al alcance del pueblo.

— Qué enseñanzas son.
En las Bienaventuranzas está resumido todo. La primera bienaventuranza nos da el principio y fundamento de todo. Primero, la conciencia de la palabra bienaventurado. Bienaventurado es una invitación a la alegría. Sin alegría no se entiende el Evangelio, que significa precisamente esto: alegre noticia. Primero, la alegría de sabernos salvados y de hijos de Dios capacitados de vivir como tales. La bienaventuranza es todo lo que Dios nos ha dado y cómo tenemos que colaborar. Ese es el mensaje fundamental de las Bienaventuranzas, una cosa que está al alcance de todos. Todo es gracia de Dios, pero exige todo también nuestra cooperación poquito a poco, para llegar a lo que nos pide el Señor de cada uno de nosotros.

— ¿Y el Sermón de la Montaña?
El Sermón de la Montaña es diríamos una ampliación de las Bienaventuranzas. Todo forma una unidad. Todo el Sermón de la Montaña es una unidad. Comienza con las Bienaventuranzas, que sería de forma sencilla y positiva de todo lo que es el mensaje de Jesús. Porque el mensaje de Jesús no es una enciclopedia, ni cosas muy complicadas, son cosas sencillas. Por eso Jesús lo resume en ocho bienaventuranzas. Después, como somos tan complicados, Jesús fue exponiendo todo eso de forma apologética. Tiene tres partes. Una parte contra sentencias legalistas, porque tendemos a hacer de todo, unas leyes. En vez de ver la respuesta amorosa de Dios, tendemos a verlo como una ley. Entonces, primero, nos defendemos contra el legalismo. Segundo, defendernos contra el fariseísmo y tercero contra las tendencias paganas. En eso se resume todo el Sermón de la Montaña. Es decir, positivamente qué es: recibir un corazón pobre de parte de Dios y amar a Dios con todo el corazón, fundamentalmente, con distintas facetas. Después, estar en guardia ante nuestras tendencias legalistas, fariseas y paganas.

— ¿Cómo podemos aplicar esas enseñanzas a nuestra vida cotidiana? Que no se quede en algo intelectual, sino que nos toque de verdad la vida.
Yo procuro con esto presentar todo un poquito analizado y con una serie de preguntas para ayudarnos a aterrizarlo en nuestra vida concreta. Por eso, decidí presentar todo esto en forma de Lectio Divina. Lectio Divina que consta de tres partes. La primera parte, Dios me habla, y segundo, contestar. Dios nos habla en una lengua y cultura diferente a la nuestra. Aquí no vale decir “a mi me parece que…”, sino primero enterarse. La primera cosa que hago yo con cada uno de los textos es entender los textos, entender qué es lo que Dios me quiere decir. Segundo, meditarlo. Y aquí yo sugiero una serie de preguntas que nos ayude a aplicarlo a nuestra vida concreta. Tercero, orarlo, porque si Dios me habla, hace falta una respuesta con conocimiento de causa, en la oración y contemplación de ese texto. Con 30 unidades presento así el Sermón de la Montaña.

— En la Introducción de su libro dice que “la Palabra de Dios está en la base de toda espiritualidad auténticamente cristiana”. Cómo podemos hacer entonces que la Palabra de Dios sea más nuestra.
Tengamos en cuenta una cosa: Dios nos ha hablado. Nos ha hablado de dos maneras. Primero, con palabras, con un discurso que necesita una respuesta. Y Dios nos ha hablado además entregándoSe a Sí mismo, así que este hablar tiene como dos facetas. Una, intelectual y otra que es más vital. La primera, que es intelectual. Trataremos la Palabra de Dios. Por eso es fundamental para todos nosotros que conozcamos la Palabra de Dios y tengo que tomarme la molestia de escuchar esta Palabra de Dios. Y segundo, si Dios me ha hablado a mi, hay que contestar. Entonces, Dios me ha hablado, responder. Dios me ha hablado entregándoSe y cuál es mi respuesta. Toda respuesta humana tiene que ser parte de mi entrega. Por eso, el culmen de toda la vida espiritual: la entrega total de la voluntad a Dios. Santa Teresa en su presentación de las moradas, a partir de la quinta morada va por aquí. En el momento en que ya la persona está entregando su voluntad a Dios… Dios se ha entregado a nosotros. Qué me pide. Que yo me entregue. Pues, la quinta morada: el hombre ya empieza a entregar su voluntad a Dios. Se está acercando más a Dios al llegar a la sexta, a la séptima, que ya diríamos es una especie de matrimonio espiritual, sólo que Dios espera de cada uno de nosotros.

Paqui Pallarés
Directora Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada