Fecha de publicación: 11 de febrero de 2021

— Sigue la intensidad en los hospitales.
Los hospitales están mal. El índice de las personas que van encamando es superior incluso del número de quienes van dando el alta. La cosa está bastante mal. Lo digo por crear conciencia. Es fundamental la colaboración de todos para evitar que siga subiendo el índice de contagios y, por tanto, el índice de encamaciones. Aunque se han previsto muchas camas, y gracias a Dios tenemos el antiguo Clínico -llamado ahora Doctor Oloriz-, son limitadas. Es fundamental que nos concienciemos de que de la actitud de cada uno depende la salud de todos.

— Y la capilla Virgen de las Nieves utilizada como UCI…
La capilla ahora mismo es una UCI que se está usando. Ya hay enfermos allí. Están luchando para salvar su vida. Si no estuviera, es un problema muy grave, cuando tienes más enfermos que respiradores; o cuando tienes que decidir en un momento determinado, si tienes cinco enfermos y dos respiradores, a quién se lo das. Gracias a Dios está ahí y está funcionando. Se ha abierto otra UCI en la novena planta del antiguo Clínico. Y a nosotros nos dieron otro espacio, más pequeño pero que está muy acogedor, donde pudimos poner al Santísimo, a la Virgen, donde siguen todos los que desean acercarse a sus ratos de oración, donde podemos celebrar todas las tardes a las seis allí, y donde, de alguna manera, nos sirve también de desahogo, de esperanza y de encuentro con Dios en la Eucaristía que la tenemos allí. Está justo a la entrada del Ruiz de Alda. Es más pequeño, pero está muy acogedor, y se puede rezar muy bien, y también se sigue usando por parte del personal sanitario. Es verdad que ahora se entra menos a la capilla y al hospital, porque están restringidas las entradas, y los enfermos la mayor parte están solos, y sólo se puede entrar de uno en uno y para pruebas médicas, no hay visitas.

— Su presencia como capellanes hospitalarios es muy importante, en estos momentos más aún, precisamente porque no se puede acceder a su interior. Ustedes hacen un poco ese papel de familia, de llevar esperanza y paz, en medio de la prueba de esta enfermedad.
Lo intentamos todos, en todos los hospitales de Granada, y también en España, creo. Mucha gente sabe que nosotros podemos acceder a todos los enfermos y son innumerables las llamadas de teléfono que tenemos, o al móvil particular para que visitemos al enfermo, para que veamos cómo está por si no han podido recibir una llamada del médico, porque los médicos están colapsados y trabajando. Pero, a la vez, es de mucha esperanza, porque estamos al lado de quienes queremos estar: de la gente más vulnerable, que está más sola y podemos acercarnos a ellos. Por eso, las llamadas son innumerables.

Cualquier persona que necesite de fe, o quiere un capellán en cualquiera de los hospitales granadinos, sólo tiene que pedirlo o bien al personal sanitario o si llama al mismo hospital, decir que nos busquen directamente, y directamente nos llaman al busca y nosotros iremos o bien a hacerle una visita, a dar la comunión, a dar la Unción, a dar un poco de esperanza. A veces, incluso hacemos muchas videollamadas para poner en contacto a abuelos con sus familiares. Servir un poco de nexo de unión para que ese dolor y esa preocupación que da el no poder estar al lado de los enfermos de alguna manera se pueda mitigar.

Hay una situación que hace unos días me hizo pensar. Cuando el año pasado empezó esta situación, de las primeras personas que yo atendí era gente de la parroquia donde estoy, en San Juan de Ávila. Vino la viuda a poner la misa del año. Es decir, que ya llevamos un año entero atendiendo a la gente. Es muy importante la labor de estar al lado y de acompañar también a todo el personal sanitario. Nos damos mutuamente apoyo, ayuda y esperanza y se crean unos vínculos de solidaridad y de trabajo entre todos. Cuando te pones el EPI, como necesita un tiempo, puedes hablar con las personas, con el personal que ayuda a vestirte o desvestirte (porque esto necesita ayuda de unos y de otros) y le preguntas por ellos, por su familia, por cómo están.

Es una labor preciosa: estar al lado de Cristo que sufre, de Cristo que está enfermo, de estar al lado de su familia, de estar al lado de quienes los cuidan. Cuidar a los cuidadores.

— Precisamente: cuidar a los cuidadores. Cómo se cuidan ustedes, capellanes hospitalarios, y cómo se cuidan entre ustedes.
Nosotros tenemos la fe y entre nosotros intentamos estar unidos y muy cercanos, orando los unos por los otros, en continuo contacto. Cada uno busca también su lugar, su persona, porque claro que hay que cuidarnos; hay que cuidar la salud física y la salud mental. Somos seres humanos. También nos ayuda sobre todo la fe. Es decir, es a Jesucristo al que estoy tocando, al que estoy atendiendo. Tengo la suerte de que no estoy solo. Yo no me siento solo nunca. Hay cantidad de gente con la que camino.

En esa fe, sanitarios y no sanitarios, y en ese atender a Jesús, o que Jesús sobre todo está presente en los débiles, en los frágiles, en los que se están muriendo, para mí, es reconfortador. Todo va afectando, va calando, porque va pasando mucho tiempo y el cansancio se va acumulando. Y creer en Jesucristo le da sentido. Porque, para mi, atender la capellanía o atender a los demás lo fundamental es encontrar el sentido de tu ministerio. Cuando el Evangelio de verdad lo tocas o lo vives, eso da esperanza a los sentidos. No significa que no te canses, que no haya días malos, que no se llore, que no se pase mal. Pero, si hay sentido a lo que estás haciendo -y para mí, el sentido del ser sacerdote es estar al lado del que sufre, y aquí lo tengo concentrado-, se sigue y se camina hacia delante.

Paqui Pallarés
Delegada de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada