Sin duda, uno de los mayores golpes que a nivel personal y como sociedad estamos sufriendo como consecuencia de la pandemia es la pérdida de seres queridos, a los que ni siquiera ha sido posible despedir durante sus exequias y funerales. Esa herida está hoy abierta y en muchos casos el duelo aún no se producido. Precisamente, la nueva propuesta de las Pastorales de Familia y Salud se refieren al duelo, puesta en marcha en el mes de enero, que, posteriormente, con motivo del covid-19, hubo de cancelarse. Es la formación en “Escucha y acompañamiento en el duelo”, que vuelve a abrir su periodo de inscripción hasta el 7 de septiembre.

Una iniciativa para ayudar a otras personas a afrontar el duelo, que, de no realizarse humanamente, deja una herida para toda la vida. Entrevista al Delegado diocesano de Granada en Pastoral de la salud y capellán en el hospital Virgen de las Nieves, D. Diego Antonio Molina, quien ha compartido sufrimiento y esperanza cristiana con los afectados, algunos ya fallecidos, por la pandemia en los hospitales granadinos.

— En las circunstancias que hoy vivimos, y con lo vivido meses atrás, qué necesario es escuchar y acompañar en el duelo. Háblenos de esa propuesta formativa para ayudar a otras personas a afrontar su duelo.
Es una experiencia que se inició en enero, con las Delegaciones de Pastoral Familiar y la Pastoral de la Salud: poder dar respuesta al sufrimiento y al dolor por la pérdida de un ser querido o por otro tipo de pérdidas, ya sea una separación, la pérdida de un trabajo, el duelo del inmigrante, pero, sobre todo, la pérdida de un ser querido. Para poder organizar ese centro de duelo y escucha, al estilo y al modelo de los que hemos aprendido y nos hemos formado con ellos, de los Padres Camilos, de poder ofrecer esa mano abierta y esa ayuda y ese acompañamiento, primero teníamos que formarnos. Entonces, desde las dos Delegaciones se montó un curso en dos partes. Uno sobre la escucha con profesores excepcionales, y otro más específico sobre duelo. Lamentablemente, no hubo tiempo, sólo hubo una primera charla, porque entramos en cuarentena. Pero está abierto otra vez la inscripción.

La idea es primero formarnos y luego ofrecer esa ayuda para este centro, que iría ubicado en la Casa de la familia (en la Curia de la calle Gracia). Este proyecto –la Casa de la familia- también se ha parado y ahora lo ubicaremos de otra forma. Este curso se va a retomar y se ha vuelto a abrir el plazo de matrícula a partir de septiembre. Las personas que quieran inscribirse o tener más información pueden escribir a escuchaenelduelogra@gmail.com

Es un curso que, en el primer cuatrimestre, hasta Navidad, será de escucha, y después hasta mayo-junio dedicado al duelo. A las personas que ya se han formado, unos 45 alumnos, se les va a pedir esa colaboración para crear esa oferta desde la Iglesia, desde la Diócesis, para poder acompañar bien personalmente, bien en grupo, bien en equipo, a todas las personas que han sufrido una pérdida o la muerte de un ser querido, o las distintas pérdidas que podemos tener.

— A veces, se suceden las pérdidas en la misma persona, ¿no es así?
Hay veces que las pérdidas vienen añadidas, es decir, hay duelos múltiples. El duelo que ahora la gente ha sufrido es múltiple, porque ha sufrido la pérdida de un ser querido; ha sufrido el no poder acompañarlo en ese momento, que se agrava y dificulta el poder elaborar un duelo sano. Ha sufrido otra cosa que se está ofreciendo en todas las parroquias: el no poder tener los ritos necesarios, la Eucaristía y las oraciones que ayudan a elaborar ese duelo, aunque yo me he ofrecido y todos los compañeros a cualquier persona a hacerle su funeral y a rezar por ellos, que siempre alivia. La iniciativa es preciosa y es un instrumento bien estructurado, un proyecto, un centro de escucha y duelo, para todo aquel que haya sufrido una pérdida y necesite afrontar y pasar ese duelo de forma acompañada, con gente que se ha formado y prestará su tiempo, tanto profesionales como voluntarios.

— En este ciclo formativo, y habida cuenta del sufrimiento que habrá de escucharse y acompañar, ¿es necesaria alguna característica para quienes quieran ayudar?
Normalmente, y lo que he percibido de los que están haciendo el duelo, como yo mismo, para luego poder acompañar hay que elaborar primero los propios duelos. Por lo que me he encontrado en la gente que está haciendo el curso, se necesita un corazón muy grande, porque hay que formar y tener una capacitación mínimamente técnica, pero a la vez también hay que tener ese corazón de saber que acompañar es implicarse, es encarnarse empáticamente en el dolor del otro, es quererlo. Y, sobre todo, la otra persona, que es la que tiene que hacer el proceso (porque cada duelo lo tiene que hacer cada persona individualmente), no lo hace solo, lo hace acompañado. Cualquier persona que tenga ese requisito, decir “yo ante el dolor de alguien no me puedo quedar quieto”, la conciencia de que para hacer las cosas tenemos que formar tanto la mente como el corazón; y la conciencia que en este tema concreto, a la vez que uno va formándose, o a la vez que uno va acompañando, va elaborando su propio duelo. Pensemos que la muerte no es el final de la vida. Que la muerte es una parte de la vida y la muerte es algo que vamos elaborando a lo largo de toda la vida. Cuando hacemos un proceso de acompañamiento en duelo, en el fondo estamos haciendo un proceso de acompañamiento del sentido de la propia vida y del sentido de la propia muerte.

Para mi es precioso, porque yo que vivo la fe o entiendo que ser cristiano es estar al lado del que sufre –“He venido a dar la Buena Noticia a los pobres, a los que sufren”-, es una iniciativa muy bonita, entre otras muchas que hay en la Diócesis, que de manera concreta no estaba cubierta, pero que, gracias a la generosidad de tanta gente, de los mismos profesores, podemos darla desde la Iglesia para acompañar al hermano que sufre. Por supuesto, una atención totalmente gratuita y a ello va a poder acceder cualquier persona que esté pasando un duelo. Es para el que esté sufriendo, como lema “Venid a mi los que estáis cansados y agobiados”.

— Pero mientras se forman, las personas siguen necesitando esta asistencia y el drama está, y necesitan ya esa escucha y ese acompañamiento.
Este servicio ya está habilitado. Lo habilitamos de forma telefónica, dado que no podíamos salir. Aunque esta habilitación telefónica va a seguir estando, para personas que no son de Granada y necesitan esa escucha y esa llamada. Lo mismo que aquí, en el hospital, hemos acompañado y seguimos acompañando vía telefónica a cantidad de familiares que han perdido a sus seres queridos, porque no nos podíamos mover. Hay un teléfono habilitado desde la Diócesis, de la Pastoral de la Familia y la Pastoral de la Salud, que es el 682-47-86-00, para cualquier persona. Es como un “teléfono de la esperanza”: la “esperanza en el duelo”, para que la gente lo comprenda.

Cualquier persona que haya tenido una pérdida, que necesite ser escuchada, que haya padecido el fallecimiento de un ser querido, sobre todo en estos momentos; un ser querido que se ha ido con el covid y no nos hemos podido despedir, y esté teniendo un proceso raro, medio enfermando y medio somatizando, que necesite ayuda; cualquier persona de la diócesis, no tiene más que llamar. Se le pondrá en contacto con alguno de los dos psicólogos o de los dos pedagogos o de los dos sacerdotes, para hacerle ese acompañamiento vía telefónica, y cuando se vaya pudiendo también se hará vía presencial.

Paqui Pallarés
Directora de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada