Cada vez que celebramos la Semana Santa estamos celebrando un cierto escándalo; un escándalo muy profundo en nuestra mente y en nuestro modo habitual de razonar. Los pensadores de todos los tiempos que han tratado de imaginarse a Dios al imaginárselo como lo más poderoso y lo más grande posible decían que era impasible, incapaz de sufrir, porque si sufría tendría que haber algo más poderoso que Él. Y ahí es donde empieza el escándalo. Qué es más grande un Dios incapaz de sufrir, y que por lo tanto es incapaz de amar; y aunque algunos de esos pensadores -pienso en Platón, en Aristóteles-, pensaban que las cosas tienen anhelo de Dios, no creían que Dios pudiera ser capaz de sentimientos hacia las cosas, hacia las criaturas.

El escándalo del cristianismo consiste en que Dios ha querido ser capaz de sufrir porque Dios es amor y ese Dios que es amor es más grande que un Dios que no puede sufrir, y por lo tanto es más Dios porque es capaz de darse a sí mismo. Y así nos ayuda a entender un poquito ese misterio que somos nosotros, que también somos capaces de amar, de intuir lo que es un amor verdadero.

Señor, gracias por tu amor, gracias por el amor que hay en nosotros y que participa de tu Ser.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Jueves Santo, 24 de marzo de 2016
Plaza de las Pasiegas