Fecha de publicación: 18 de octubre de 2019

“La palabra duelo significa dolor y hablar del duelo es hablar de la vida”, así explica D. Diego Antonio Molina como el duelo por la pérdida de un ser querido o por otras vivencias “traumáticas” que las personas tienen a lo largo de su vida, es un paro que la persona hace en su vida por haber amado a alguien. “Más vale sufrir por haber amado a alguien que no amar”, de esta forma el sacerdote ponía de ejemplo la Resurrección de Cristo como situación de duelo y la necesidad de “elaborarlo” como hicieron los discípulos hasta la venida del Espíritu Santo.

EL DUELO ES PARTE DE LA VIDA

El duelo es un proceso natural de sanación del corazón del hombre, es la respuesta normal y natural a una pérdida o separación que es necesario expresar para que la persona puede hacer un camino de cura y crecimiento en lugar de “cronificar” el dolor prolongándolo en el tiempo excesivamente.

Según D. Diego Molina, toda persona va viviendo diversos duelos a lo largo de toda su vida. Hay duelos evolutivos en las diversas etapas de crecimiento de una persona, el paso de la infancia a la adolescencia, la emancipación o afrontar la vejez, siendo la vida un continúo “perder y ganar, morir y nacer”. También existen los duelos afectivos (separaciones o divorcios) y duelo de tipo social como pueden suponer la jubilación, el desempleo o el cambio de status social.

Bajo la pregunta: ¿a qué dedicamos la vida? Surgen asimismo otras situaciones doloras que es necesario acompañar y que no pertenecen a la vivencia “normal” de todas las personas como por ejemplo sería la emigración, donde los migrantes sufren situaciones de desarraigo y desapego muy profundas y por lo que necesitan una mayor acogida y calor o también las personas sin hogar.

UN PROCESO DE SANACIÓN Y CRECIMIENTO

Teniendo en cuenta que el duelo no es una enfermedad sino un proceso natural, se hace necesario vivirlo de forma “sana” para que cumpla su función adaptativa de la persona a la nueva situación. Las características de la buena vivencia del duelo como una experiencia existencial activa son: vivir sin culpa, expresar sentimientos, compartirlos, eliminar obsesiones, analizar consecuencias y poner en práctica las conductas.

Entre los síntomas normales de esta experiencia de dolor destacan el estado de shock, la evitación, sentimientos de tristeza, soledad, añoranza, ira, culpa o reproche. En sus diversas fases los procesos de duelo se caracterizan por un primer momento de impacto, fase de búsqueda y esperanza de que el ser querido vuelva, la desorientación y desmotivación con la nueva situación y finalmente la reorganización siendo personas nuevas.

Sobre el acompañamiento de estas personas que sufren D. Diego Antonio Molina destaca la importancia de la “presencia”. “La mejor forma de acompañar a una persona que está viviendo un duelo es simplemente el estar, incluso no son necesarios ni palabras, gestos, solo estar”.

María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada