Fecha de publicación: 20 de marzo de 2016

El sentido de la Semana Santa no es algo que pasó hace dos mil años, es que Jesús viene y viene libremente. El sabía dónde iba Jerusalén. Él sabe dónde viene cuando quiere venir a nuestro corazón y a sostenernos a nosotros en la esperanza y en la alegría de vivir. Él sabe todas nuestras historias, las de fuera y las de dentro del corazón. Y eso no le hace desconfiar de nosotros, apartarse de nosotros. No. Él viene libremente; viene por amor a nosotros y nosotros le pedimos al Señor poder acogerle, con la gratitud de la pecadora que fue perdonada, con la gratitud de la magdalena, con la gratitud con la que le recibió la Virgen en su vida.

Que el Señor nos dé un corazón abierto para recibirle y que su alegría y esperanza llenen las vidas de todos nosotros, tendencialmente; lo deseamos, para todos los hombres, porque Él ha venido para todos. Sin excepción. Vamos a bendecir nuestros ramos y hacemos este gesto sencillo de acompañarLe simbólicamente por unas poquitas calles, hasta nuestra casa de nuevo. Su casa no es ésta (ndr. la Catedral), su casa es vuestro corazón, y por muy bella que sea ésta Él ama más vuestro corazón que esta Catedral.

Ndr. Tras la lectura del Evangelio y antes de empezar la procesión, Mons. Javier Martínez añadió.

Bendito Señor que vienes a mí. Y no sé cómo porque yo no merezco la vida divina que Tú nos regalas. Pero Tú lo quieres, quieres venir a mi. Vamos a adorar, como el día de Navidad. Esto es la consumación de la Navidad. Quiso nacer en Belén… para dar su vida por nosotros. No porque necesitara darla o porque Dios necesitara que su Hijo muriera. Nosotros necesitamos comprender que el amor con que Dios nos ama a cada uno es más fuerte que la muerte. Eso es lo que nosotros necesitamos. Y por nosotros. Y para que lo pudiéramos entender quiso venir hasta nuestra muerte. Bendito el que viene en el nombre del Señor.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
20 de marzo de 2016, Domingo de Ramos
Plaza de las Pasiegas