Hasta el 24 de septiembre, la Basílica Nuestra Señora de las Angustias acoge, como cada año, la Novena a la Patrona de Granada, a la que durante todo este mes rendimos culto, y que este año está dirigida por Mons. Ginés García Beltrán, Obispo de Guadix.

La Novena comienza cada día con el rezo del Santo Rosario a Nuestra Madre, a la que sigue el acto de contrición, la lectura correspondiente a cada día, una oración y la Adoración al Santísimo. D. Francisco Molina, párroco de la Basílica, y D. Blas Gordo, Vicario de Pastoral y párroco auxiliar de la Basílica, también están presentes en la Novena.

El Obispo de Guadix, en su homilía del primer día de la Novena, alabó la imagen de la Virgen de las Angustias: “Santa María, Madre de las Angustias, tú eres el orgullo de nuestro pueblo, tú eres el orgullo de nuestra raza. Cuando te miramos a ti, miramos lo mejor de nuestro pueblo, lo mejor de esta ciudad”.

“Dichosa tú porque has creído, María. María es bienaventurada, María es dichosa, porque ha creído en el Señor, porque ha creído en la Palabra del Señor, y creer en la Palabra del Señor no es, ni más ni menos, que fiarse de Dios, y obedecer siempre su voluntad, obedecer su Palabra”, señaló en su predicación el Obispo accitano.

“Qué hermoso es, queridos hermanos, que nosotros, después de 2.000 años, también proclamamos a María porque es dichosa, porque ella ha creído en la Palabra del Señor, se cumplirá. Las cosas pasan, la vida pasa. Sin embargo, las cosas que son de Dios no pasan. Por eso, María ni ha pasado, ni pasa, ni pasará. María siempre será la mujer joven, la mujer nazarena, la mujer que se fía de Dios y que todo se transforma en su vida por esa misma fe en la Palabra del Señor”, indicó Mons. Ginés García.

Y continuó predicando: “Mirad a María, miradla. Mirad este misterio precioso, lleno de fuerza y de ternura, una madre abatida por la muerte de un hijo. Una madre que tiene a su hijo muerto en brazos. Si la miráis bien, os daréis cuenta que ella es la Señora. (…) Mirad la ternura de una madre siempre con los brazos abiertos siempre para recoger al hijo solo, al hijo abandonado, al hijo sufriente, al hijo dolorido, al hijo muerto en la cruz”.