Fecha de publicación: 31 de marzo de 2015

 

Nietzsche ha sido uno de los grandes ateos de finales del siglo XIX, pero siempre fue un hombre honesto. A él le decepcionó un cristianismo burgués, hipócrita, adocenado, que veía a su alrededor. Y creyó que si se quitaba a ese Dios de en medio, el hombre podría ser un “superhombre”. Más adelante en su vida precisamente su honestidad le dijo ‘si quitamos a Dios de en medio, no vamos a perder el más allá, no vamos a perder el Cielo, lo que vamos a perder es el más acá’. Y una profecía suya se ha cumplido en buena medida: no somos superhombres.

Somos pobres hombres que hacemos el camino de nuestra vida, Señor. Y sin embargo, vivimos todavía con la imagen de que somos como pequeños dioses y de que el mundo existe para hacernos a nosotros felices, y que nosotros somos el centro del universo, cada uno de nosotros nos sentimos el centro del universo. Qué difícil es construir una vida humana desde ahí. Nos basta Señor con ser hombres. Hombres buenos que ayudan a sus hermanos en el camino de la vida, que se ayudan a caminar, que se dan la mano, que contribuyen a un mundo un poquito mejor, a dejar una huella de bien detrás de uno y para eso necesitamos aprender algo de tu Humildad.

Danos, Señor, unas gotas de esa Humildad tuya que alivien, que dulcifiquen nuestras pretensiones y nuestra soberbia.

Padrenuestro
Que estás en el Cielo
Santificado sea tu Nombre
Venga a nosotros tu Reina
Hágase tu Voluntad
En la tierra como en el Cielo
Danos hoy nuestro pan de cada día
Perdona nuestras ofensas
Como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
Y líbranos del mal.
Amén.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada

31 de marzo de 2015
Plaza de las Pasiegas