Fecha de publicación: 26 de marzo de 2016

ALOCUCIÓN INICIAL

Queridísimo pueblo cristiano, curiosos o amigos que habéis venido a acompañarnos en este gesto, un año más nos reunimos en torno a las tres de la tarde, para hacer memoria del acontecimiento más grande de la Historia: la muerte del Hijo de Dios. Y venimos aquí cada uno con nuestras heridas, con nuestras enfermedades, con nuestros dolores físicos, con nuestra falta de trabajo, pero también con nuestras heridas morales, con nuestra desesperanza, con la fatiga de un mundo que no parece llenar de sentido nuestras vidas. A veces con el vacío del corazón, con la herida causada en él por traiciones, por mentiras, por luchas de poder que al final nos llenan de hastío y de amargura la vida.

Acudimos a Ti también con la confusión de un momento de nuestra historia en el Occidente, que nace de la vida cristiana y del pueblo cristiano, lleno de confusión, de perplejidad, de inquietudes para el futuro. También eso te lo traemos, junto con el dolor de las víctimas de los atentados de antesdeayer y de todos los atentados que han sembrado nuestras sociedades de una cierta inseguridad a la que ya no estábamos acostumbrados.

Y te traemos Señor también nuestros ideales, nuestros anhelos de una vida mejor, de un pueblo más fraterno, de una humanidad más bella, en la que todos como hermanos podamos contribuir al bien común.

Señor, venimos aquí a presentarte todo esto porque tenemos esperanza en que tu cruz y tu amor son el signo de una novedad en la Historia. Lo fue hace dos mil años. Lo ha sido muchas veces a lo largo de estos veinte siglos, y lo tiene que volver a ser hoy. Parece que somos nosotros los que Te buscamos. Pero eres Tú quien nos buscas a nosotros. Eres Tú, con tu amor infinito, quien quieres abrazar a todos, con todas esas heridas, con todas esas preocupaciones, con la historia más destruida que pudiéramos tener cualquiera de nosotros.

Señor, Tú vienes a nosotros, nos abrazas con tu amor, no excluyes a nadie, nos abrazas a todos. Si nosotros Te dejamos penetrar en el más pequeño resquicio de nuestro corazón, renace en nosotros la alegría de sabernos queridos; de saber que esa historia humana tan llena de miserias siempre termina bien porque tu amor no se deja vencer por el mal, porque tu amor no se cansa de los hombres, porque tu amor nunca se cansará de nosotros, de ninguno de nosotros, ni siquiera del que parezca más miserable, más torpe, más desgraciado. Al contrario, a ese le buscas Tú, porque tiene más necesidad de Ti.

Señor, en los momentos de silencio que vamos a guardar enseguida, ven a nosotros. Ven a nuestras vidas. Cambia nuestros corazones. Haz renacer en nosotros la esperanza. Hay una plenitud y una humanidad que es posible, pero que es posible contigo y no es posible sin Ti. Por eso, ayúdanos a acogerTe y haz que, aunque sean yemas muy pequeñas como son las yemas de los árboles en primavera, renazca esa voluntad de amor, de misericordia en todos nosotros; renazca a los pies de tu cruz esa voluntad de fraternidad y de perdón mutuo. Al guardar el silencio también nosotros acogemos a las personas que nos quieren o que queremos y no están aquí, y deseamos que tu luz, que la luz y la vida de tu cruz pueda llegar hasta el ellos. Ojalá pueda llegar hasta todos los hombres.

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Viernes Santo, 25 de marzo de 2016
Campo del Príncipe

REZO DE LA ORACIÓN DE LAS CINCO LLAGAS ANTE EL CRISTO DE LOS FAVORES, EN EL CAMPO DEL PRÍNCIPE 

Hacemos ahora la Oración al Cristo de los Favores y a las cinco llagas. Recuerdo simplemente el hecho singular de que este año el Viernes Santo coincide con el día de la Encarnación del Señor, 25 de marzo. Lo significativo es que Cristo quiso nacer como hombre. El Hijo de Dios quiso vivir una vida de hombre, para mostrarnos que su amor era más fuerte que todos los obstáculos que los hombres le pudiéramos poner. Por lo tanto, la Encarnación culmina hoy. Culmina en la muerte de Cristo, donde Él se une a todos los hombres y a todos los sufrimientos de todos los hombres y los acoge dentro de Sí.

Cristo de los Favores, adoramos las llagas de tus pies y manos, y la sangre que por ellas derramaste. Te pedimos perdones los pecados que hemos cometido, los malos pasos que damos a diario en nuestras vidas, la tibieza con que recorremos el camino, las barreras que constantemente ponemos a tu amor, nuestras cobardías, nuestros abandonos, nuestra falta de fe y de esperanza, nuestra falta sobre todo de amor a nuestros hermanos.

Concédenos, Cristo de los Favores, la gracia de caminar siempre junto a Ti, por el sendero de tus mandamientos, Tú que eres el Camino, y la Verdad, y la Vida.

POR LA LLAGA DE TU PIE IZQUIERDO
Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga dolorosa de tu pie izquierdo, por el dolor que en ella sentiste y la sangre que derramaste, Te pedimos, Señor, y hoy de una manera especial, por la paz del mundo, de todo el mundo, del Medio Oriente, de Europa, de África, de todos los rincones de la tierra, por que no haya personas que tienen que abandonar sus tierras, sus patrias, sus familias, a causa de los odios y de la guerra.

También por los que gobiernan las naciones. También por tus misioneros, que anuncian tu amor y tu paz en todos los continentes.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU PIE DERECHO
Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga de tu pie derecho, por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste, bendice Cristo de los Favores a todos los pueblos de la tierra y especialmente a los más pobres.

Bendice a los perseguidos por tu causa, a los abandonados, a los que padecen hambre, a los moribundos.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU MANO IZQUIERDA
Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga dolorosa de tu mano izquierda, por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste, Te pedimos, Cristo de los Favores, por los que prometen una falsa felicidad, por los que se empeñan en servir a dos señores, por los que blasfeman tu santo nombre, por las veces que nosotros mismos hemos manipulado con la mentira o nos hemos servido de los demás para nuestros intereses.

Te pedimos, Señor, por que crezca en el mundo la justicia y la equidad.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA DE TU MANO DERECHA
Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga de tu mano derecha, por el dolor que en ella sentiste y por la sangre que derramaste, bendice Cristo de los Favores a todos los movimientos apostólicos de la Iglesia, a nuestras hermandades y cofradías, a sus Juntas de Gobierno.

Bendice esta Cofradía de los Favores. A todos sus miembros. Y bendice a todo el pueblo reunido hoy, aquí, a los pies de tu cruz, sean quienes sean, vengan de donde vengan, y sea cual sea su historia. Derrama sobre todos nosotros el alivio y el consuelo de tu misericordia y de tu amor.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

POR LA LLAGA SAGRADA DE TU COSTADO ABIERTO
Cristo de los Favores, adoro devotamente la llaga sagrada de tu costado, por la sangre que derramó, Te pedimos por los que encienden en el mundo enemistades y odios, por los que calumnian.

Te pedimos también por todas las veces que hemos cerrado nuestro corazón a tu amor. Y hoy te pedimos que por esa llaga nos introduzcas en Ti, nos introduzcas en tu amor, cures la cerrazón de ese corazón nuestro con la apertura y la sangre derramada del tuyo.

Padrenuestro que estás en el Cielo,
santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu Reino.
Hágase tu Voluntad,
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día.
Perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden
No nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.
Amén

El Señor esté con todos vosotros.

(Responde el pueblo: Y con tu Espíritu)

Bendice, oh Padre santo, a este pueblo aquí congregado, a este trozo de tu familia por la que tu Hijo ha derramado su sangre, y en su nombre yo os bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que la bendición y la compañía del Señor os acompañen siempre, todos los días de vuestra vida.

Podéis ir en paz.

(Responde el pueblo: Demos gracias a Dios)

+ Javier Martínez
Arzobispo de Granada
Viernes Santo, 25 de marzo de 2016
Campo del Príncipe