La comunión espiritual consiste en la unión con Dios a través de la oración cuando no es posible acudir a recibir la Eucaristía en especia por motivos de fuerza mayor como los que actualmente viven los cristianos en distintas partes del mundo como consecuencia de la pandemia global del Covid-19. Mediante el acto de la comunión espiritual el corazón puede expresar a Jesucristo el deseo de unión con Él aunque no sea posible recibir la Sagrada Comunión.

De esta forma, el silencio y el recogimiento interior son disposiciones necesarias para este ejercicio que es fruto del propio sacramento de la Eucaristía como extensión de la misma y camino de unión espiritual eficaz con Dios para todos aquellos que con amor lo buscan con intención sincera.

CÓMO PARTICIPAR DE LA COMUNIÓN ESPIRITUAL

Partiendo del amor y del deseo de recibir al Señor, ante la limitación de recibirlo físicamente, el acto de la comunión espiritual puede realizarse tanto en el momento de la comunión al asistir a la Eucaristía (por los medios de comunicación o internet) como en otros momentos de la rutina cotidiana en las que se quiere estar en presencia y unión con Dios varias veces al día.

De esta forma, la Comunión espiritual no sólo puede hacerse en la iglesia, sino en casa o en cualquier lugar donde se encuentre quien desee realizarla a diferencia de la Comunión física, que sólo puede recibirse una vez al día, máximo dos (y la segunda, por razones justificadas y sólo en Misa).

ORACIÓN

Una de las oraciones con mayor tradición en la Iglesia para realizar la comunión espiritual es la de san Alfonso María de Ligorio que definía este acto como “el ponerse en presencia de Jesús Sacramentado y darle un amoroso abrazo, como si ya lo hubiéramos recibido”, afirmaba el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor. Esta oración para hacer la comunión espiritual es la siguiente:

Creo, Jesús mío,
que estás real y verdaderamente en el Cielo
y en el Santísimo Sacramento del altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
Te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén.

María José Aguilar
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada