Fecha de publicación: 4 de febrero de 2019

Llegó al fin la fecha en la que cientos de granadinos suben las siete cuestas del Sacromonte para llegar a la abadía y venerar las reliquias de su varón apostólico y primer obispo histórico de la región, San Cecilio, en una tradición que se remonta al s. XVI.

A la cita no faltaron los principales representantes del Ayuntamiento, entre los que se encontraba el alcalde Francisco Cuenca, la nueva consejera de Fomento de la Junta, Marifrán Carazo, en su primer acto institucional en Granada, o el portavoz de Ciudadanos, Manuel José Olivares.

Las tradiciones son esenciales

Durante su homilía, el Arzobispo de Granada, Mons. Javier Martínez, resaltó la importancia de las tradiciones como una forma de no olvidar quién es uno mismo, de insertarse en la historia de manera práctica. “Si no tenemos una historia que contar, no somos, literalmente, nadie; somos un número, somos un punto perdido en las coordenadas del tiempo y del espacio”, señaló, en referencia a la historia particular de cada uno. Pues solamente inscrito en una tradición, es posible el crecimiento humano, “no solo el crecimiento moral, sino la misma vida intelectual y el florecimiento del arte”.

D. Javier Martínez habló de cómo incluso el pensamiento moderno, o una parte del pensamiento modernos de los dos últimos siglos, ha ido en buena medida dirigido contra la tradición, o una idea de ella. No obstante, “sin tradición, sin referencia a una tradición, y por lo tanto a una cierta normatividad de esa tradición, ni siquiera hay contra qué revolverse. El hombre pierde sus referencias, pierde su sentido”, concluyó. 

La celebración de San Cecilio, la romería del voto, es por tanto la participación de una tradición viva, en la que lo que se celebra es la alegría de la fe cristiana, la de la victoria del amor de Dios sobre el hombre y su historia.

La modernidad y las dimensiones de lo humano

El Arzobispo metropolitano de Granada contrastó, eso sí, la solemnidad de la tradición del voto a San Cecilio, con el problema del hombre en la modernidad. Mons. Martínez afirmó que, si bien el pensamiento moderno se ha erigido muchas veces contra la tradición, también ha exaltado cierta dimensión de lo humano de manera única. “La modernidad es un amor a lo humano, un redescubrimiento de dimensiones de lo humano extraordinariamente valiosas: la libertad, el sentido de la comunidad, la llamada que hay al corazón del ser humano hacia la solidaridad y hacia el bien”, sintetizó.

Igual que la cervezas “hay que sentirlas y no explicarlas”, dijo D. Javier Martínez en relación a un anuncio de publicidad reciente; la fe, la experiencia del hombre que se apoya en Dios, supone la garantía de que toda esa humanidad, que la modernidad quiere exaltar, florezca y fructifique verdaderamente.

En sus palabras de despedida el Arzobispo agradeció personalmente a las autoridades por su “cuidado” y “devoción” en la conservación de la Abadía, especialmente en los años que siguieron al incendio que sufrió en el año 2000. Al finalizar la misa, los cientos de fieles que habían estado entrando y saliendo de la capilla, pudieron hacer cola para honrar debidamente las reliquias del primer y santo obispo histórico de Granada.

Después, a las cuatro de la tarde, se produjo el traslado de los restos del santo a las Santas Cuevas del Sacromonte, que permanecieron abiertas al paso de cientos de granadinos hasta el momento de la celebración de la Eucaristía de las 17:30, por la que se dieron por concluidos los actos festivos.

Ignacio Álvarez
Delegación de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada