Fecha de publicación: 14 de octubre de 2021

Román Lysko nació un 14 de agosto del año 1914 en la localidad de Horodok, región de Lvov. A sus 24 años se casó con Neonila Huniovska, con la que tendría tres hijos.

Siguiendo el rito de la iglesia greco-latina y siguiendo la tradición de su padre, fue ordenado presbítero en 1941, en mitad de la Segunda Guerra Mundial. Junto a su familia, llevó a cabo su ministerio en la archieparquía de Lvov, que es como se denomina a la organización territorial de las iglesias orientales. En 1944 consta que fue párroco de Belzets.

En 1946 el Gobierno soviético ya había anexado la zona de Lvov, lo que hoy es Leópolis, a la región de Ucrania. Con esa invasión la URSS decretó la supresión de la Iglesia greco-católica y obligó a sus obispos, sacerdotes y fieles a convertirse a la Iglesia ortodoxa.

La familia Lysko se refugió en su pueblo natal, en Horodok. Román siguió ejerciendo su ministerio pastoral sin buscar ni crear problemas. Bautizaba en el patio de casa y celebraba bodas en el bosque, decía Misa en los pueblos, en las casas de los fieles, con las ventanas cerradas, junto a una mesa con vodka para hacer creer que era una fiesta entre amigos, en caso de que irrumpieran los agentes de la policía secreta de Stalin.

Al seguir persistiendo en su rechazo a pasarse a la Iglesia ortodoxa le encarcelaron. Fue allí donde murió con 35 años. Varios testigos aseguran que fue golpeado brutalmente por los carceleros, sometido a torturas como el colocarlo sobre una rejilla incandescente. La versión oficial dice que murió de un paro cardíaco, otros aseguran que fue encerrado vivo entre cuatro paredes con cemento.

Fue beatificado en junio de 2001 por San Juan Pablo II, junto con Mykola Čarneckyj, Exarca Apostólico y otros 23 mártires, celebrándose cada uno en la fecha correspondiente a su martirio.