Fecha de publicación: 11 de febrero de 2021

Nació un año después de San Bernardo, siendo la única hija de una familia de seis hermanos. Ello le llevó a tener un carácter competitivo y caballeresco. Adoraba ir a montar a caballo y competir en torneos.

Se casó con un hombre adinerado. Aquellos años de vida, no dejo de inquietarle la vida religiosa de alguna manera, viendo que todos sus hermanos habían escogido el camino del Císter.

Un día se presentó engalanada en el monasterio de sus hermanos y éstos se negaron a recibirla. Aquel episodio la marcó y pronto la vemos solicitando el permiso de su marido para entrar en la orden de las benedictinas negras, donde estaban su cuñada y su sobrina. Humbelina sucedió a su cuñada como abadesa. Las tres competían en virtud y santidad.

Para las monjas cistercienses fundó el convento de Tart, aunque ella permaneció benedictina negra. Su hermano San Bernardo le dijo un día: “Preveo que serás santa”, ella le preguntó que por qué, y él contesto, “la primera señal de santidad es que has conservado intacto el buen humor. Sigues siendo capaz de reírte de ti misma. El infierno nunca ha producido el buen humor”. En su lecho de muerte, su hermano Bernardo la lloraba y fue incapaz de predicar.