Fecha de publicación: 10 de agosto de 2014

Ezequiel 1, 2-5. 24 – 2, 1a
Salmo 148, 1-2. 11-14

Mateo 17, 22-27

Mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: “Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día”. Ellos se pusieron muy tristes. Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: “¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?”. Contestó: “Sí”. Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: “¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran los impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?”. Contestó: “A los extraños”. Jesús le dijo: “Entonces los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, agarra el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Tómala y págales por mí y por ti”.