Cientos de fieles se congregaron en la Santa Iglesia Catedral para celebrar el oficio propio del Viernes Santo como es la adoración de la Cruz. Todos los fieles y curiosos procedentes de distintas nacionalidades se dieron allí cita para escuchar el relato de la Pasión según san Juan.

El arzobispo de Granada, D. Javier Martínez, habló en su homilía sobre el amor de Dios como un amor que nadie termina de creerse verdaderamente: “Yo pienso que muchas veces nosotros no terminamos de creernos que el Señor nos quiera. Lo hemos oído decir muchas veces, en las catequesis, en las predicaciones de los sacerdotes, y sin embargo, no, es como si eso se quedase en nuestra epidermis, como algo fuera de nuestra vida. Como si fuese una frase banal que no llegase hasta la médula, hasta las entrañas”, apuntó.

“No somos capaces de querernos bien a nosotros mismos. Nosotros mismos pensamos que nuestra vida no vale gran cosa, con frecuencia nos despreciamos, nos machacamos”. El sentido de la redención y del sacrificio de Cristo queda a un lado en ese sentido. “No hemos oído en el profeta, en la primera lectura, que Él cargó con nuestras culpas, que Él ha llevado nuestras enfermedades y que sus heridas nos han curado? Es el enemigo, es Satán quien quiere la humillación del hombre. Dios no nos humilla jamás. Dios nos ensalza, como a la Virgen”.

Tras las preces, los fieles pudieron adorar la Santa Cruz, concretamente en al reliquia del Lignum Crucis, un trozo del mismo madero en que fue clavado Jesucristo. Aunque no se sabe a ciencia cierta su autenticidad, sí se sabe que en el s. XV estaba consideraba como auténtica, y que probablemente donasen a la Reina Isabel la Católica procedente de Bizancio.

Durante la adoración, los fieles pudieron igualmente participar de la colecta especial de este Viernes Santo especialmente dedicada a sostener a los cristianos que viven en Jerusalén, Palestina y el resto de Santos Lugares.

Ignacio Álvarez
Secretariado de Medios de Comunicación Social
Arzobispado de Granada