Fecha de publicación: 20 de abril de 2019

Sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura dijo: “Tengo sed”. Había allí un jarro lleno de vinagre y sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo se la acercaron a la boca. Jesús cuando tomó el vinagre dijo: “Está cumplido”. E inclinando la cabeza entregó el Espíritu.

Son las palabras del último aliento de vida de Jesús. La expresión de la sed que sentía por los dolores, por la deshidratación, por la falta de vida en última instancia, expresa esa riqueza de la donación de Jesús que llega hasta el extremo. Pidió de beber y le dieron vinagre.

San Juan nos ayuda a entender en estas palabras el contraste de una necesidad y la respuesta de una sed que no es saciada. Y sin embargo, para Jesús, es el momento del cumplimiento, de poder realizar hasta el extremo aquello que había sido el proyecto de Dios para Él. En ese momento, Él nos entrega su Espíritu.

Aprendamos a alimentar nuestra vida de ese Espíritu del Señor, que nos ayuda a esperarlo todo de Él.

Jesús muere, pero nos deja al que es Señor y dador de vida que ha alentado su existencia a lo largo de toda su vida y que también viene a enriquecer la nuestra.

Abrámonos al Espíritu del Señor. Vivamos este tiempo de Triduo de Pascua como un momento nuevo, donde el Señor con su amor nos asombra y donde nos reserva muchas novedades. Pasemos con Él de la muerte a la vida.

ORACIÓN:
Padre Nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu nombre,
venga a nosotros tu reino,
hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día,
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden,
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.

Blas Gordo
Delegado Episcopal para el Clero

Plaza de las Pasiegas (Granada)
19 de abril de 2019