D. Pedro Pascual se encontraba rigiendo la abadía de la iglesia de S. Miguel de Gualtar, cerca de Braga (Portugal), cuando fue nombrado obispo de Jaén por el papa Bonifacio VIII, el año 1296. Unos dos años más tarde cayó en manos de los sarracenos, que lo condujeron cautivo a Granada; aquí murió, después de dos años y medio de cautiverio, el 6 de diciembre de 1300 víctima, al parecer, de los malos tratos recibidos en la prisión. El papa Clemente X confirmó el culto que desde tiempo inmemorial se le tributaba.